Galicia es, junto a Asturias y Murcia, la única comunidad autonónoma peninsular español sin servicios marítimos regulares de pasaje y carga, los populares viajes en ferri que utilizan miles de usuarios en otras latitudes del litoral español. Sin embargo, tanto Asturias como Murcia sí pueden disfrutar de varias conexiones desde puertos relativamente cercanos situados a menos de 150 kilómetros, que, en el caso de los primeros, es la distancia que separa Gijón de Santander, puerto éste último del que parte una ruta a Inglaterra y otra a Irlanda.

Por su parte, los murcianos disponen de numerosos servicios desde las vecinas radas de Alicante y Denia a Argelia e islas Baleares, respectivamente, a las que llegan desde Cartagena tras un viaje por carretera de 123 kilómetros si el punto de embarque elegido es Alicante o de 215, si es Denia.

Pero tanto asturianos como murcianos no se resignan a privarse de conexiones de ferris desde su propia comunidad. Los primeros, pretenden recuperar la "autopista del mar" con Nantes, que ya tuvieron operativa entre 2010 y 2014 y que fue cancelada por la armadora del ferri utilizado en la ruta, el Norman Asturias, tras agotar la millonaria subvención europea. El Puerto gijonés lleva años intentando rescatar esta conexión, lo que ahora prevé lograr en 2020 de la mano de Balearia y su ro-pax Sicilia, con capacidad para 75 vehículos y 950 pasajeros. Para ello, Europa exige a Balearia la utilización de una embarcación propulsada por gas natural remotorizando al Sicilia (con fondos comunitarios).

Tampoco los murcianos se han cruzado de brazos y en febrero de 2018 consiguieron que el Congreso de los Diputados aprobara una proposición no de ley, para el estudio de una línea marítima de pasaje y mercancías entre los puertos de Cartagena, Ibiza y Palma. Dado el tiempo transcurrido sin que hubiera progreso alguno en esta iniciativa, todo parece indicar que este proyecto está descansando en algún cajón a la espera de ser reflotado. Por otra parte, el hecho de que Cartagena sea un puerto con nula tradición de ferris y su proximidad con otras pujantes terminales que operan a las mil maravillas, juega en su contra.

El caso de Galicia merece una mensión aparte. Aquí si un gallego quiere desplazarse en su coche a bordo de un ferri al Reino Unido o Irlanda deberá conducir 500 kilómetros hasta Santander para embarcarse en una travesía que en menos de 24 horas lo dejará en la inglesa Plymouth o en 29 en la irlandesa Cork.

Vigo es el único puerto gallego que pudo disfrutar de este servicio hasta su cancelación en 1977. La línea estaba servida por ferris de la desaparecida Naviera Aznar, los últimos, Monte Toledo y Monte Granada pocos años antes de la quiebra de la histórica naviera vasca. Desde entonces hubo varios intentos por recuperar la runta, como el protagonizado por el Puerto bajo la presidencia del actual alcalde, Abel Caballero,que aunque consiguió convencer a Transmediterránea, al final la iniciativa acabó en el olvido tral vez atrapada por la crisis económica. Otro proyecto parecido, impulsado en 1999 por la naviera "P&O Ferries", tampoco cristalizó.

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