-Como profesor y economista, ha sido testigo de la consolidación de la relación de la Universidad de Vigo con el tejido económico.

-Se ha mejorado mucho esta relación, aunque cuesta percibir en la ciudad el mundo estudiantil. No se tenía que haber abandonado el Rectorado de la calle Oporto. Es clave contar con un edificio emblemático que identifique a la Universidad en Vigo.

-Ahora estará presente en O Berbés y en la ETEA.

-Es clave desatascar el tema del Campus del Mar. Ahí vemos la falta de sincronía entre la Administración local, la autonómica y Zona Franca. Y mientras las instalaciones se han ido deteriorando. Parece que el dinero público no le duele a nadie pero cuando llega el momento de cumplir con nuestras obligaciones fiscales quien más y quien menos se da cuenta de los costes de estas políticas ineficientes.

-¿Cómo ve a la Universidad?

-Multiplica los pocos recursos que se le destinan. Vigo no tiene más de 30 años, no es centenaria como Santiago o Coimbra, y asombra ver la cantidad de alumnos extranjeros que recibe. También nuestros alumnos son valorados en otros países, pero gran parte de los mejores se van porque no encuentran trabajo aquí y hay que ir pensando en políticas de recuperación de talentos.

-¿Cuáles son los retos principales de su sucesor en el Colegio?

-Tres objetivos que yo no he acabado de consumar. Constituir una base de orientación y mentorización, tenemos un colectivo de colegiados de entre 55 y 75 años que prestarían su apoyo desinteresado; conseguir un local propio; y reforzar el nexo con la Universidad.