El punto de encuentro familiar de Vigo ha experimentado un cambio importante en los últimos años. El número de menores atendidos se ha recortado ligeramente debido a que ha cambiado "radicalmente" el perfil de las visitas que acogen. Si antes su actividad se centraba mayoritariamente en regular los intercambios en casos de divorcios contenciosos complicados, ahora el grueso de su tiempo se ve absorbido por los asuntos derivados de los juzgados de violencia de género y la atención a menores tutelados por la administración.

Esto provoca que un trabajador tenga que estar de forma permanente en la sala en la que se realizan estos encuentros de un máximo de dos horas de duración, lo que motiva que se puedan atender menos entregas y recogidas puntuales entre progenitores que se resuelven en mucho menor tiempo. Los casos que les llegan procedentes de los juzgados de Familia son cada vez menos y esto hace que la función de intermediación y diálogo que venían jugando para propiciar un buen clima familiar se haya visto mermada porque cuando median órdenes de protección sus prioridades son la seguridad y ya no se entra en este trabajo.

Es la propia plantilla del centro, ahora mismo gestionado por Eulen, la que reflexiona sobre este cambio en su funcionamiento interno que se traduce en unas cifras de actividad ligeramente más bajas pero que para nada implican una caída del trabajo, sino más bien al contrario. El año pasado pasaron por este recurso que la Xunta pone a disposición de las familias que deben cumplir un régimen de visitas un total de 222 menores, estando activos solo en el mes de diciembre 166 expedientes.

Esto da idea del volumen de familias atendidas y explica que de nuevo vuelvan a tener lista de espera. El hecho de que solo abran de miércoles a domingo, objeto de críticas por parte de las familias hace ahora un año, hace que no puedan absorber toda la demanda y que además haya padres o madres que tienen visitas señaladas para lunes o martes y que estén perdiendo tiempo con sus hijos debido a la imposibilidad de reunirse en otro espacio. No hay alternativas a este punto de encuentro y las necesidades en todo el sur de la provincia son muchas. "Entendemos las críticas de las familias y compartimos que estos recursos deberían funcionar todos los días de la semana, pero hay un decreto que los regula y se está cumpliendo de forma escrupulosa porque exige un mínimo de cinco días de actividad que son los que tenemos", traslada la coordinadora del servicio, Ángeles Pino.

Son cuatro trabajadores en plantilla que en 2018 sumaron un total de 6.570 actuaciones entre entregas y recogidas de menores -4.387-, visitas supervisadas -1.381- y visitas tuteladas -802-. Estas dos últimas categorías que son las que más tiempo consumen se han incrementado notablemente respecto a las 1.045 visitas supervisadas de 2017 y las 544 tuteladas, lo que explica que el volumen total de expedientes atendidos se aleje del "pico" de 250 que llegó a saturarlos hace ahora unos años.

¿Qué papel juegan? En los casos menos delicados son el espacio en el que padres separados dejan o recogen a sus hijos los fines de semana, en los casos en que hay fijado un régimen de visitas y son supervisadas permanecen con los niños y sus padres o madres durante el encuentro y además tratan de organizar que en los casos de violencia de género los implicados no se crucen y esté siempre garantizada la seguridad. Por muchas "cautelas" que se tomen no pueden controlar lo que pasa de puertas para afuera, pero los usuarios son respetuosos y a lo largo de 2018 la coordinadora explica que solo tuvieron que llamar a la policía en dos ocasiones. "Intentamos reconducir las situaciones para no afectar al menor", trasladan.