Tras 16 años al frente del Colegio, cuya creación promovió a mediados de los años 70, y más de 40 formando parte de sus juntas de gobierno, Santamaría Conde ha decidido dar relevo y no se presentará a las elecciones del próximo día 13. Un total de 1.500 profesionales están llamados a las urnas para decantarse entre Carlos Mantilla y Francisco Estévez.

-¿En qué medida ayudó la existencia del Colegio al crecimiento económico de la provincia?

-La economía, tanto de Galicia como de España, no se entendería sin nuestra profesión. La provincia ha cambiado, no hay más que ver cómo estábamos en los 80, sin accesos a la comunidad ni autopistas, y cómo estamos ahora. Y todo el proceso de modernización de las empresas ha pasado por economistas o titulados mercantiles, ahora unificados en el mismo colegio.

-A los economistas se les criticó que no advirtiesen de la crisis.

-La crisis no es culpa de los economistas, se gestó en el mundo de las finanzas. Creo recordar que en 2002, el gobernador del Banco de España ya hablaba del boom inmobiliario y que varios premios Nobel de Economía advirtieron del tema. ¿Qué ocurrió? Era una época de bonanza, a todo el mundo le iba bien y se hacían oídos sordos.

-¿Se han tomado medidas para que no vuelva a repetirse?

-Todavía no estamos libres de una recesión, más o menos profunda, porque el mundo es muy convulso en estos momentos. Y no solo dependemos de nuestra capacidad de recuperación, sino también del comercio exterior. Y Galicia es la región más exportadora de España en cuanto a PIB. Cuando el consumo interno cayó por la crisis hubo que buscar salida a los productos en el mercado exterior. Y ahora hay que mantener esas redes y esa proyección. Lo que hay que conseguir es que las pymes, que suponen el 85-90% del tejido, ganen tamaño para aumentar en producción y exportación.

-Para eso las infraestructuras son vitales, pero las demandas se mantienen desde hace años para mejorar la red ferroviaria y el transporte aéreo o eliminar los peajes. Y Vigo sigue enfrentada al resto de administraciones.

-Es más una política municipal de levantar el apoyo de la ciudadanía por supuestos agravios. Pero el hecho cierto es que Vigo sin ser capital de provincia ni tener mucho apoyo institucional sigue siendo la ciudad más industriosa de Galicia, su motor. Al final, las empresas son las que marcan el ritmo. Citroën marcó hace 60 años lo que hoy es Vigo y alrededor se ha creado un clúster y han irrumpido polígonos en Valença y otras localidades del norte de Portugal. El impacto trasciende ya a a Galicia.

-¿Es localismo que la ciudad con más industria de Galicia reclame mejoras en infraestructuras?

-Hay que defender lo de uno pero proyectándose al exterior. Hoy no caben posiciones autárquicas o numantinas. Los apoyos de fuera para crecer son tan importantes como los que tengas dentro de tu área de influencia o ayuntamiento. Cuando se habla de articular territorialmente Galicia desde fuera nos acusan de localistas y aquí también tenemos esa tendencia. Pero las infraestructuras son como el sistema sanguíneo del cuerpo humano, deben funcionar con fluidez para que ningún órgano se atrofie.

-Galicia se ha unido con Asturias y Castilla para reclamar el Corredor Atlántico.

-Es fundamental. Hay que hacer converger en el sur el Corredor Atlántico y el Mediterráneo. En el pasado reciente se deberían haber tenido otros horizontes. Todavía estamos intentando que llegue el AVE y se ha centralizado en Santiago en lugar de la famosa 'ele'. Ahora nos desmembramos al llegar a Galicia.

-¿Falta apuesta política también en la relación con Portugal?

-La sociedad está demostrando ir por delante de los políticos. El paso fronterizo de Tui y Valença es el que tiene el tráfico más intenso de la Península y gran parte de las empresas del norte de Portugal son gallegas porque encuentran suelo y mano de obra mas barata. Y además les ofrecen una seguridad jurídica en áreas tan sensibles como la tributación que a veces no encuentran en España.

-¿Están cansados los empresarios de los enfrentamientos entre instituciones?, ¿pueden llegar a frenar el crecimiento?

-El empresario necesita estabilidad política e institucional, que en estos momentos es lo que no hay. Todo está pensado a corto plazo y no hay políticas ni proyectos legislativos de futuro. Porque tampoco se tiene la mayoría y estamos muy lejos del modelo de Transición que tan buenos resultados nos ha dado. De entrada, ya sabemos que el crecimiento se está ralentizando. Galicia crecía por encima de la media española y ya hablamos de un 2-2,5%.

-¿Necesitamos políticos capaces de llegar a consensos?

-Para defendernos de amenazas como el Brexit, la política proteccionista de EE UU y el crecimiento de China y también ganar en competitividad hay que mejorar el sistema e invertir en educación e investigación. Los efectos no se empezarán a notar hasta dentro de 5,10 o 15 años, pero debemos prepararnos desde ya. Esto se hace por la vía del consenso, pero qué podemos esperar cuando los mismos partidos se fracturan entre ellos. Estamos en una situación de incertidumbre muy generalizada y el empresario no tiene aversión al riesgo, pero no puede tomar decisiones sobre lo que es incierto.

-¿Qué podemos hacer los ciudadanos?

-Participar por la vía democrática a través de las elecciones, pero nos están dando unos políticos, en general, de signo más populista que de servidor público. Nadie se plantea, por ejemplo, el futuro de las pensiones ni una política demográfica que incentive la natalidad. Pero hay que estar vigilantes y, cuando menos, expresar opiniones. Y los colegios profesionales se justifican por la defensa de los consumidores y usuarios.

-En su momento, usted dudó de la fusión de las cajas.

-La rentabilidad está ahí y es evidente que el señor Escotet acertó cuando compró. Las cajas podrían haberse gestionado con otro rigor, pero eso es responsabilidad de los políticos y los órganos reguladores, no de los ciudadanos. Nos queda la envidia hacia otras comunidades que lograron salvar sus cajas, como la vasca. Yo creo que hemos aprendido y Europa está insistiendo mucho en el control del riesgo, tanto de las finanzas como de los seguros.

-¿Qué le parece la apuesta del Concello por desestacionalizar el turismo?, ¿tienen efecto las luces de Navidad?

-Las Cíes cada vez tienen mayor proyección nacional e internacional y las luces de Navidad se han convertidos en otro referente. Hemos visto el impacto de este año, que muy probablemente se repetirá. Es una inversión municipal con retorno para los hoteles y la hostelería. Y además le da popularidad a Vigo cuando llega a Fitur y a otras ferias internacionales.