A lo largo de sus 67 años la viguesa Teresa Lago Fernández consiguió brillar en varias facetas. Junto a su marido, Pedro Luis, impulsó la joyería Pedro Luis Olivares, una de las más reconocidas de Murcia. Fue además una enamorada de la geografía española, una viajera que disfrutaba haciendo la maleta para recorrer la península de Norte a Sur y Este a Oeste, saboreando cada rincón. En la cocina era una chef consumada con una amplio abanico de "platos estrella". Cuando hace varios días su familia tuvo que escribir la esquela de Teresa, en Murcia, decidió hacer un homenaje a la energía de la joyera -detrás y delante de los fogones- con un guiño nada frecuente. Tras mostrar el pésame por el fallecimiento e informar del lugar y hora a la que se celebraría el funeral, la nota terminaba con una coletilla: "Recibirá cristiana sepultura en el cementerio municipal de Vigo. (Y dejándonos sin la receta del salpicón

"Era una persona siempre positiva y con un entusiasmo que contagiaba a todo el mundo", explica Alejandro Olivares, uno de sus cuatro hijos. La anécdota del salpicón y la esquela, que desde el miércoles corre como la pólvora por Twitter, se debe -apunta Alejandro- al éxito que tenía ese plato en su familia. "Mi madre tenía muchas recetas, pero el salpicón en concreto le salía riquísimo. Siempre nos peleábamos por él cuando lo preparaba... era muy divertido", relata Alejandro. Para dejar una pizca de esos recuerdos en la esquela de Teresa, su familia decidió incluir la posdata que se ha hecho viral.

El salpicón no solo conectaba a Teresa y su familia con un montón de buenos recuerdos. En cierto modo formaba parte también de su vínculo con Vigo, la ciudad en la que nació y de la que salió con 19 años para mudarse a Murcia tras casarse con Pedro Luis. El abuelo de Teresa, Manolo Fernández, era el dueño del bar Estación, negocio que se alzaba al lado de la antigua terminal ferroviaria de Urzáiz. Allí la futura joyera aprendió un rico surtido de platos entre los que se encontraba el salpicón que -varias décadas después y a cientos de kilómetros de distancia- haría las delicias de sus hijos y cuñados durante las comidas familiares.

Aunque Teresa pasó gran parte de su vida en tierras murcianas, Alejandro reconoce que nunca desconectó de sus orígenes. "Siempre se sintió gallega", señala. En la sangre llevaba incluso una pizca de celtismo. Su padre, José Lago Garrido, había sido de joven jugador del club olívico. Prueba de esa pasión por Galicia es que el funeral de Teresa, que se celebró el martes en Murcia, en la parroquia de San Lorenzo, estuvo acompañado por un grupo de gaiteiros. A su familia no le resultó fácil dar con ellos en la costa mediterránea. Para cumplir con los deseos de Teresa, tuvieron que recurrir a un grupo de Valencia. Otra de las peticiones de la joyera fue que hubiera una bandera de España como símbolo de su amor por el país y los viajes que había realizado durante años.

La esquela no es el único guiño que han dejado sus familiares a la energía de Teresa. En la página de Facebook de la joyería Pedro Luis Olivares se incluye también una nota de despedida: "Su talento, estilo, empuje y determinación han hecho posible que hoy seamos una de las joyerías de referencia en España. Trabajadora incansable, gran mujer, excelente persona y maravillosa madre, debéis saber que ella es la Joyería y que todo en la Joyería es ella. Trabajó hasta el último día y todo lo que hizo fue realizado con dedicación y entrega".