La propuesta del grupo BiotecnIA para "convertir residuos dañinos en fuente de riqueza" despertó "muchísima receptividad" en la industria de Jaén, la mayor región productora de aceite de oliva del mundo. Una de las principales empresas, Cortijo de la Loma, forma parte del consorcio Valresoleica, junto con la Asociación de Productores de Aceite y Aceituna de Galicia (APAG) e investigadores de la Universidad de Jaén.

"La producción de aceite genera una gran cantidad de residuos nocivos. Por cada tonelada de aceitunas procesadas se consumen entre 1.000 y 2.000 litros de agua y se generan entre 700 y 800 kilos de orujos y alperujos. Nosotros caracterizaremos estos desechos para tener una idea clara de su composición y, a través de métodos biotecnológicos naturales y respetuosos con el medio ambiente, obtendremos biosurfactantes", explica José Manuel Domínguez, líder de BiotectnIA y coordinador del proyecto.

Y en una segunda fase, se cerrará el círculo aplicando estos biosurfactantes a las corrientes líquidas, que no cumplen la legislación vigente para ser vertidas a la red de saneamiento ni ser utilizadas como riego, con el fin de purificarlas.

Estos compuestos pueden utilizarse para biorremediación o ser purificados si interesa su comercialización. Y tienen un alto valor añadido. Sirva como ejemplo que 50 miligramos de surfactina, un biosurfactante comercial, alcanzan un precio de 1.110 euros.

"A los investigadores de la Universidad de Jaén les resulta interesante y enriquecedor el proyecto porque van a poder comparar sus olivos con los de Galicia. Ellos utilizan los restos de podas para la producción de bioetanol y esta iniciativa complementa su experiencia", añade Domínguez.