Los caballos de Praza de España, algunos de los murales pintados en la ciudad con respaldo del Concello, la estatua en forma de oso de O Castro o la de Manuel Castro situada en pleno Príncipe, la exposición fotográfica que se instaló en esa misma calle durante el verano de 2016 con material de Javier Teniente, Dinoseto, el ascensor de Camelias... Y, por supuesto, decenas de contenedores, papeleras, farolas, bancos y muros y cierres de edificios privados. El vandalismo, que -solo en lo que atañe al servicio de limpieza- costó el año pasado 388.300 euros al Concello, se ha cebado a lo largo de los últimos años con toda clase de elementos repartidos por la ciudad.

Uno de los últimos destrozos lo sufrió el mural pintado por el artista cubano-vigués Nelson Villalobos en la avenida Martínez Garrido. La pieza está emborronada con pintadas, algunas con mensajes incluidos. Algo similar le ocurrió al mural de Marcos Puhinger, autor de la obra homenaje a la poetisa María do Carme Kruckenberg que luce en la calle Roupeiro. El artista finalizó su pieza en 2015. Poco después de presentarla el retrato apareció cubierto por pintadas. A pesar de que Puhinger lo retocó en varias ocasiones, las pintadas siempre volvían a emborronarlo. La pieza permaneció cubierta de pintadas hasta hace unos meses, cuando Puhinger lo rehabilitó, retocó y cubrió de una pátina especial para evitar que pintasen encima. Desde entonces permanece como lo dejó el artista.

La estatua de Manuel Castro fue otra víctima recurrente de los destrozos. Poco después de su inauguración los vándalos le arrancaron de cuajo la mitad del brazo con el que sostiene su periódico. El resultado fue similar al del mural de Puhinger: durante cierto tiempo se sucedieron rehabilitaciones y daños, hasta que el Concello optó por reforzar la estructura.

Uno de los casos más sonados de vandalismo fue el que sufrieron los caballos de Praza de España hace ya siete años, cuando dos personas se dedicaron a pintarlos con rallas.