Vigués de pro, heredero de la idiosincrasia que durante más de veinte años cultivó Javier Riera en Balaídos, defensor del diálogo social con los sindicatos, el sheriff, mano de hierro con guante de seda, la discreción personificada... De Juan Antonio Muñoz Codina (Vigo, 58 años) todos quienes lo conocen, han tenido trato con él o lo han sufrido como jefe, coinciden en que es un hombre de la casa, un producto 100% vigués, moldeado en la forja de Balaídos y que ha llevado a la ciudad a lo más alto en el organigrama de PSA. Un hombre que regresa a España para consolidar el potencial del polo ibérico -o clúster, como lo ha rebautizado el grupo- y que siga siendo un referente mundial en la fabricación de vehículos y en innovación.

Su currículo es de sobra conocido en el sector. Forma parte de aquellas primeras promociones de Industriales de la Universidad de Vigo que recién salidas de la Escuela entraron en la factoría de Citroën en los años ochenta y que, a base de constancia, trabajo y discreción, fueron escalando puestos, con mayor o menor fortuna. En su caso, lo ha sido casi todo en la multinacional francesa, desde director de las plantas de Vigo y Mangualde hasta máximo responsable de la Dirección Industrial & Supply Chain de PSA-Europa, por elección directa del presidente del grupo, Carlos Tavares, que le confió el diseño de la estrategia industrial en el Viejo Continente en plena salida de la crisis y con el hándicap de ser un español en una compañía francesa.

Ahora Tavares tiene una nueva misión para él: ayudar en la integración de la planta de Opel-Zaragoza -de la que tomará las riendas- en el Polo Ibérico que lidera Vigo y que es el principal productor de coches de PSA en Europa, con cuatro plantas capaces de fabricar más de 1,5 millones de vehículos al año. De él dependerá que el conjunto del dispositivo industrial en la Península sea rentable y, por tanto, tenga futuro. Otro reto que intentará superar con la receta que ya es marca de la casa: diálogo, trabajo y discreción.