La economía debe reforzar su esquema de redistribución de la prosperidad para que el actual sistema sea sostenible. Durante su ponencia en la celebración del 25º aniversario de Ardán, el informe que desde hace un cuarto de siglo aporta una radiografía detallada del sector empresarial gallego, el catedrático de Economía Antón Costas abogó ayer por realizar un análisis en profundidad de las causas que han derivado en el auge de Donald Trump en Estados Unidos, Vox o las protestas de los "chalecos amarillos" que se extendieron en los últimos días por Francia. Su conclusión es doble. Primero, que parte de la sociedad "ha permanecido olvidada, en la cuneta del empleo y la falta de expectativas" y lucha ahora por reivindicarse. La segunda, la urgente necesidad de "redescubrir la importancia de las comunidades locales" y periféricas, las que más sufrieron la crisis, la desindustrialización o el fenómeno de la deslocalización industrial y a las que no se puede ignorar, por ejemplo, a la hora de diseñar las políticas medioambientales.

"Una democracia tiene que compartir la prosperidad entre todos los ciudadanos, en especial con esas comunidades locales", reivindicó Costas, quien advirtió de que a día de hoy "la redistribución empresarial está funcionando mal". El prestigioso economista previno sobre las consecuencias para el sistema de "no dar oportunidades a quienes más las necesitan" y apeló a que esa nueva filosofía cale también en el día a día de las compañías. "A la hora de gestionar las empresas tenemos que incorporar las externalidades y una son los efectos que se provoca en nuestra sociedad", resaltó Costas. Para afianzar ese concepto abogó por que el informe Ardán incorpore un nuevo indicador que valore la capacidad de los negocios para generar "buen empleo" y el peso que dan a la formación profesional.

Durante su intervención, el catedrático de Economía defendió también el papel transformador de las comunidades locales. En concreto recordó la "extraordinaria reinvención" que experimentó Londres entre finales de la década de 1980 y principios de los 90, fenómeno que ligó con el concepto de "londonismo". "En aquel momento tuvo mucho que ver un pragmatismo que logró un gran éxito. Se apoyó al capital, pero con una fuerte inversión en infraestructuras, calidad de vida y vivienda asequible", recordó. En el caso de Vigo -abundó Costas- se dan también elementos para alcanzar un "viguismo" impulsado por el conocimiento, la cultura, la formación profesional... Y el apoyo a los más jóvenes.

Fijar talento joven

El economista recordó que un amplio porcentaje de gallegos y vigueses jóvenes no han podido emanciparse aún y previno sobre las "importantes consecuencias" que esa situación puede acarrear para la sociedad. "Cuanto antes se produce la emancipación, mejores niveles de innovación", señaló. Por ese motivo incidió en la necesidad de crear un "stock de vivienda asequible" y al alcance de las franjas de población de menor edad, las que buscan un lugar en el que poder radicarse -recordó- para desplegar su talento y trabajo.

"Vigo tiene las condiciones para liderar el esfuerzo que tenemos que hacer de compartir la prosperidad con todos los miembros de la comunidad", defendió Costas antes de lanzar varias propuestas para la elaboración de Ardán: que el informe incorpore nuevos indicadores que atiendan al bienestar y también a la importancia que se da a la formación profesional, una herramienta "fundamental" -recordó el economista- cuya puesta en valor depende tanto de las instituciones como de las empresas.

Costas abogó por el papel que puede jugar Vigo en ese nuevo tiempo de la economía en el auditorio Afundación y ante un nutrido público compuesto por representantes de la Zona Franca, el tejido empresarial gallego, directivos y representantes de instituciones.