Vecinos de los barrios de San Xoán y O Calvario denuncian el envenenamiento deliberado en los últimos días de varios animales de compañía, especialmente gatos, pero también algún perro. La calle Cantabria es una de las más afectadas. Allí vive Eliane Van Branteghem, una voluntaria de la protectora de animales Tú Eres Nuestra Ayuda. En su casa da de comer a algún animal abandonado, especialmente un gato que suele merodear por los alrededores. Eliane está pasando unos días en Coimbra y un vecino que quedó a cargo de cuidar la casa en su ausencia se encontró al felino "con fuertes convulsiones, estaba de color azul y se había hecho sus necesidades encima", explica Eliane. Su vecino llevó al gato inmediatamente a una clínica veterinaria y allí le confirmaron lo que saltaba a la vista: el animal fue envenenado.

"Llegó aquí con convulsiones y con lesiones neurológicas evidentes", explica la veterinaria que lo atendió, Ani Carpintero, del centro Gecko. Inmediatamente le pusieron un tratamiento para reducir la toxicidad de la sustancia dañina y frenar los espasmos continuos que estaba sufriendo el animal. Ahora se encuentra hospitalizado y fuera de peligro. La voluntaria de la protectora y propietaria de la casa donde se encontró el gato se hará cargo de los gastos sanitarios del animal y habilitará una habitación en su vivienda para que pase los días siguientes a su convalecencia. "Me lo quedaría encantada. Pero es muy inquieto, le gusta estar de aquí para allá", señala Eliane.

No es ni mucho menos el único caso. Los vecinos denuncian que varios gatos han sido envenenados últimamente e incluso perros, como el que llegó la pasada semana a esa misma clínica veterinaria. "Es complicado saber si ingirieron el mismo veneno, habría que hacer análisis", explica Ani Carpintero.

Pese a que no se sabe todavía exactamente qué veneno es el que están ingiriendo estos animales, tal y como explican los profesionales que atienden a los afectados, se trata de sustancias muy tóxicas que "tienen muy buen olor y saben muy bien para que los perros y los gatos piquen". "Se pueden encontrar en diferentes formatos, habitualmente por ejemplo en forma de bola dentro de saquitos que parecen comestibles", argumentan.

Lo más importante en estos casos es que la persona encuentre al animal con síntomas sospechosos de haber consumido sustancias peligrosas, lo lleve inmediatamente a un veterinario para que reciba el tratamiento adecuado. Aunque depende de otras variables, como la cantidad de veneno ingerido, cuanto más tarden en recibir la medicación, hay más posibilidades de que los animales afectados acaben falleciendo.

El asunto se vuelve todavía más peliagudo si se tiene en cuenta que en la calle Cantabria, donde varios gatos han sido envenenados, hay un gran número de felinos. Entre sus dueños hay cierta preocupación con lo que está sucediendo. "Yo por ejemplo lo tengo suelto, no está dentro de casa. Espero que no le pase nada", indica María del Carmen Ucha, que reside cerca de la vivienda donde se encontró a uno de los felinos intoxicados.

El hecho de envenenar a un perro o gato, independientemente de quién sea su propietario, está castigado por el Código Penal en su artículo 336 con una pena de dos años de prisión, a la que en su caso se podría sumar la responsabilidad civil consistente en el pago de los animales envenenados y los gastos de curación, así como las correspondientes costas judiciales.

Además, la colocación de cebos envenenados en vías públicas es una práctica prohibida por la legislación y la normativa autonómica y europea.