Ramón [nombre ficticio] es un niño de 7 años. Su custodia la tiene su madre, pero él expresa verbalmente su deseo de pasar algo más de tiempo con su progenitor. Así se lo manifiesta al equipo psicosocial que lo examina. Les dice que lo mejor es que pasase "unos días" con su padre y "otros" con su madre. Y ese es uno de los factores que tiene en cuenta la Audiencia viguesa, en una sentencia de este verano, para revocar la resolución inicial que daba la custodia a la madre y aplicar la custodia compartida. Porque, concluye la sala, este modelo "no solo no perjudica al menor ni presenta connotación negativa alguna", sino que se revela como el más "adecuado" para el niño. Máxime en un caso en el que, se agrega, los padres viven en la misma ciudad, no hay mala relación entre ellos que repercuta en el menor, la casa del padre dispone de habitación propia para el pequeño y el hombre se implica en la atención de su hijo.

El juzgado de Familia había denegado inicialmente la custodia compartida porque el padre trabajaba y eso "impedía" una atención directa al menor. La Audiencia rechaza este argumento. "El trabajo de los padres el algo propio de la vida familiar", resume la sala.