Una breve vista de conformidad puso fin al recorrido judicial del caso de la monja del Monasterio de la Visitación de Santa María de Vigo -de la orden de la Visitación (Salesas)- que se apropió de 17.500 del convento. La religiosa, Ángela Y.K., natural de Kenia y que llevaba más de una década en el convento de clausura cuando se descubrió todo, asumió la autoría de los hechos. Una confesión que supuso una rebaja de la condena a la que se enfrentaba. La mujer aceptó 21 meses y un día de cárcel y el pago de 2.524 euros de multa. La jueza le suspendió la ejecución de la pena de prisión durante dos años, con lo que elude el ingreso en el penal, condicionado a que no vuelva a delinquir en ese plazo y a que cada mes abone un mínimo de 100 euros correspondiente a la responsabilidad civil que debe asumir.

La condena con la que la monja se conformó ayer en el Juzgado de lo Penal número 1 de Vigo es por un delito continuado de falsedad en documento mercantil en concurso con otro de estafa, en los que se aplica la circunstancia atenuante de reconocimiento de los hechos. La responsabilidad civil a la que tiene que hacer frente son los 17.500 euros del convento que hizo suyos y que ahora deberá devolver a la presidenta federal del Norte de España de la federación de Monasterios. La religiosa también restituirá 800 euros a una farmacéutica de confianza a la que le pidió dinero dos veces haciéndole creer que era para el convento o para familiares suyos necesitados.

La mujer era monja del monasterio vigués desde septiembre de 2006. Fue diez años después cuando sucedió todo. La acusada, aprovechando sus funciones como administradora del convento, se apoderó entre noviembre de ese 2016 y mayo de 2017 de una serie de cheques al portador que rellenó, firmó y cobró con cargo a las cuentas del convento. En total, se hizo con 17.500 euros. Los cheques de mayor valor eran de 3.000 euros y, el de menor cuantía, de 400.

El último cheque que cobró lo hizo a finales de mayo del pasado año. Volvió a intentarlo con otro en julio de ese mismo ejercicio, si bien ante las sospechas que su conducta ya había levantado en los responsables del monasterio, ya no logró hacerlo efectivo. Tras saltar todo a la luz, la monja reconoció parcialmente los hechos mediante una carta con fecha de aquel mismo verano remitida a la superiora del convento vigués.

Dada la conformidad de la mujer con la pena finalmente solicitada tanto por la Fiscalía como por la acusación particular -el Ministerio Público pedía inicialmente en su escrito de calificación provisional dos años y medio de prisión que rebajó en la vista de ayer en virtud del acuerdo alcanzado con la defensa-, la sentencia que dictará la magistrada en relación con esta causa judicial ya será firme. La vista se celebró ayer tras sufrir una primera suspensión el pasado 6 de noviembre.