Las obras para rehabilitar y revalorizar las ruinas de Villa Solita acaban de comenzar. El objetivo es convertirla en un lugar de encuentro artístico y cultural accesible a cualquier visitante. Y el Concello y la Diputación de Pontevedra, que colaboran en la recuperación de este elemento destacado del patrimonio arquitectónico de Alcabre, calculan que podrá estar listo para el mes de febrero.

La actuación, con una inversión de 259.710 euros -IVA incluido-, persigue consolidar las ruinas que perviven de esta gran casa indiana y, mediante "una intervención mínima" integrarla con el espacio público existente en esta zona de Alcabre. La presidenta de la Diputación, Carmela Silva, subrayó que "permitirá el acceso a la ciudadanía y que se puedan realizar eventos". El alcalde de Vigo, Abel Caballero, ahondó en que, una vez recuperada esta "joya arquitectónica" que se encontraba en "un estado lamentable", se convertirá en un "centro de acción cultural" con la organización de obras de teatro, conciertos y otros espectáculos.

La constructora Orega desarrolla la reforma según el proyecto de corrección de patologías, consolidación y accesibilidad diseñado por los arquitectos de Proyectopía. Las obras deben abordar la rehabilitación de hasta 140 puntos de la estructura y los interiores en los que se han detectado severos problemas de deterioro. Entre otros trabajos, deberán asegurar la estructura, retirar la corrosión, limpiar la vegetación de los muros, recolocar las piezas desplazadas y recuperadas en el terreno y la impermeabilización de los forjados. Se añadirán algunos elementos para permitir la accesibilidad, como una gran pasarela de 17 metros de acero y una barandilla que cruzarán el patio interior. Se colocarán bancos y se realzará el conjunto con iluminación.

Tras la cesión al Concello en los años 90 de lo que queda en pie de esta finca -que llegó a ser 18 veces más grande-, se planteó rescatar esta casa de campo como centro social. Caballero explicó que, tras consultarlo con los arquitectos y técnicos municipales, se apostó por esta fórmula al considerarla la "más genuina y artísticamente más respetuosa". Defendió este escenario al aire libre como una "novedad" frente a los "muchos" cerrados y cubiertos que tiene la ciudad y expuso que permitirá escenificaciones como las que se representan en la villa roma de Toralla.

Silva recordó que este "emblemático" edificio residencial fue construido a finales del siglo XIX y ampliado en 1920. Llamó la atención sobre las "singularidades" de la vivienda, como un patio interior abierto "más típico de otras latitudes". En un informe histórico encargado a Andrea Serodio, se explica que su origen está ligado a una familia de la burguesía local viguesa, que se establecieron en Alcabre huyendo del centro de la ciudad. La construyeron en un estilo ecléctico que mostrara su potencial económico. Una arquitectura suntuosa y elegante, de corte historicista, pero con elementos clasicistas y neomedievales. Señala que aunque pudiera recordar un pazo moderno, el patio, el pórtico o el mirador la acercan más al extranjero la convierten en una "rara avis".

Tanto la presidenta de la Diputación como el alcalde resaltaron que esta actuación es una muestra de lo que ambas administraciones pueden hacer juntas y apostaron por continuar en esa línea. Caballero confrontó esta "cooperación amigable y razonable" con la gestión del PP al frente del ente provincial "siempre ajena y muchas veces hostil con la ciudad de Vigo".

Historia

La primera vez que encuentra testimonio escrito sobre ella es en un documento de propiedad de 1876, como "Lugar quinta sita en Fonte o Freijeiro" a nombre de Eloy Rodríguez Abeleira, que la había heredado de su madre. Pasó a conocerse como Finca Cabrera cuando estuvo en manos del oficial de la Marina Enrique Rodríguez Cabrera. Este se casó con Antonia Pequeño Pequeño, cuando esta solo tenía 16 años y la dejó viuda con 31, por lo que los vecinos de la zona la conocía como la finca de "la señorita Nena". Vivió en ella más de 70 años. Tras su muerte, en 1950, pasa a manos de Máximo Rodríguez, sobrino de una de sus damas del servicio, que se casa con Soledad Plana Rivero, a la que se debe el nombre por el que se la conoce hoy, Villa Solita.

El promotor inmobiliario José Espiña Muradas la compró en 1965 para toda su familia, pero desistió y decidió urbanizarla con un plan parcial que nunca llegó a realizarse. Desde entonces, no ha dejado de deteriorarse. No fue hasta 1993, con el PXOM, cuando se permite construir la urbanización en la que como compensación se cedió el antiguo caserón al Concello para destinarlo a usos públicos.