El domingo 25 es el Día Internacional contra la Violencia de Género. Cuatro días antes, promovido por la actriz Berta Ojea desde la plataforma Cultura e Igualdad y organizado por la Diputación de Pontevedra y su Escuela de Igualdad María Vinyals, se celebra un encuentro con la filósofa Amelia Varcárcel y la presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva, sobre las distintas formas de violencia sobre la mujer. Ojea llama a la gente a que acuda porque considera que "Merece la pena un debate en profundidad". "Estamos en la cuarta ola del feminismo, aún queda mucho por hacer, pero avanzamos", subraya.

-¿En qué consiste el acto que celebrarán en Vigo?

-Desde Cultura e Igualdad queríamos impulsar un debate fuerte sobre las formas de violencia sobre la mujer. El asesinato solo es la punta del iceberg. Me apetecía traer a Amelia Valcárcel, la gran filósofa del movimiento feminista y alguien imprescindible hoy, que sigue investigando y dando lecciones magistrales, siempre con mucho humor. Y también me parecía importante hablar de los ataques a mujeres con poder y se lo pedí a Carmela Silva. Se las ataca siempre desde el lado del género: que si lleva escotes, que si es una zorra, que si es la chacha de no sé quien? No sobre su gestión, sino disminuyéndolas como personas. Vemos cómo se aniquila a las alternativas de mujeres o no consiguen apoyos. También hablaremos sobre la brecha salarial y laboral, porque tiene cierta violencia. La Unión Europea dice que la brecha sería como si las mujeres trabajáramos gratis de octubre a diciembre. Ahí comienza algo simbólico, que luego crea una conducta natural. Es como si fuera natural que cobrásemos menos. Y si ganas menos, es porque vales menos y empiezan a derivar otra serie de cosas.

-Empezó de pequeña con la Asociación Galega da Muller, siguió Mujeres de Negro, Mujeres por la Paz? ¿De dónde le viene esa implicación precoz con el activismo feminista?

-Fui hija de mi tiempo, del final de la Transición. Era punki, era activista feminista porque era lo que más se parecía al mundo que entendía. Una amiga mayor que yo me llevó a una reunión y no tengo muy claro cómo pero me implique de corazón y de cabeza y ahí sigo. Ahora tengo más respuestas que en aquel momento, que era más vital. Ahora sé que mi implicación es porque no creo que haya ninguna posibilidad de lograr un mundo mejor si no llegamos primero a un mundo de iguales. Si los hombres y las mujeres no tenemos los mismos derechos, porque ya partimos de algo erróneo. Como mujer de la cultura, he trabajado siempre y ahora de manera muy activa porque estamos viviendo un retroceso en cuanto a los roles de las mujeres. Estamos mandando un mensaje a las niñas de que las mujeres son protagonistas mientras son jóvenes. A partir de los 35-40 ya eres mayor en el audiovisual y los pocos roles con poder que tenemos, el protagonismo es el amor que sienten por hombres.

- ¿Cree que en el audiovisual hay más desigualdad que en otros ámbitos laborales?

-Hay algo que ha estado muy tapado mucho más tiempo que en otros sectores. En el sindicato de Actores y Actrices fundé la secretaría de la mujer a principios del 2000. El poder de los sindicatos es que puedes presentar convenios y ahí hay mucha lucha para sacar todo a la luz. La secretaría fue la primera en hablar de la importancia del #MeToo, que ha sido trascendente. Además de ser el hastag más viral de la historia, sirvió para que surgieran luchas globales en el mundo entero. Hace quizás dos años no encontrabas a gente que te dijera que es feminista, ahora levantas una piedra y salen un montón.

-¿Va a tener continuidad o corre el riego de disiparse?

-Tiene continuidad. Las grandes manifestaciones del 8 de marzo en España fueron poderosísimas. Hace unos años teníamos cierto miedo al repuesto y ahora vemos a cantidad de jóvenes con las cosas hiperclaras. Seguimos estando muy lejos de un mundo de iguales. El líder de la derecha, un hombre joven, lo primero que dice es que volverá a la ley del aborto del 85. Esa cosa de "Sobre las mujeres decidimos nosotros". Ya hemos llegado hasta aquí, ¿por qué quiere ir usted para atrás?

-¿Como miembro del Consejo Nacional de la Cultura [al que accedió con el actual Gobierno], cuál cree que es el principal reto que tiene el Ministerio?

-Uno de los principales es el cambio del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y Música. Confío mucho en el equipo, en la directora del INAEM y en el ministro. Lleva muchos años de lucha cultural. Es una suerte tenerlo porque Girao es un peso pesado dentro de la cultura, y lo necesitábamos. Es alguien comprometido y que conoce este mundo en profundidad y también sus instrumentos.