Las rías esconden muchos capítulos de nuestra historia que afloran por casualidades como las que llevaron a un grupo de buzos aficionados hasta el pecio del Cordero González, un pesquero hundido frente a la isla de Ons en agosto del 75 tras ser abordado por el mercante Playa de Aldán. El director y guionista vigués Edu Lavandeira relata la historia de este hallazgo en un documental que mañana se estrena en la Semana de Cine Submarino y el domingo retransmitirá la TVG.

El trabajo incluye imágenes submarinas de los restos del naufragio, así como los testimonios de dos de los supervivientes del siniestro, Eusebio y Amable Graña, y de Rafael Gutiérrez, presidente del Club Buceo Ons y uno de los descubridores del hundimiento en 2010 frente a la playa de Melide.

"El hijo de un marinero nos contó que su padre ya tenía marcada aquella zona para desviarse cuando andaban al arrastre, aunque no sabían qué había allí. Esto pasa centenares de veces. Ellos saben que hay cosas, pero no le dan importancia. Podría haber más descubrimientos porque los pescadores recorrían mucho y encontrar algo buceando es una casualidad, el mar es muy grande", explica Gutiérrez.

Una vez obtenida la posición, el Club Buceo Ons (CBO) organizó un descenso que acabó por revelar la presencia de la máquina de vapor, la chimenea, la rueda del motor y otros elementos de la estructura del Cordero González, excepto su casco que era de madera, fue construido en una carpintería de Domaio, y ya había sido degradado por el mar.

"A medida que vas bajando por el cabo y empiezas a descubrir cosas te vas sorprendiendo y emocionando. Estar viendo algo que nadie vio antes es una sensación que te llena. No sabría cómo explicarlo, pero te sientes bien y satisfecho", relata sobre el hallazgo.

Fue otro de los integrantes del grupo, Yago Abilleira, el que identificó el barco. "En una parte de la estructura se conservaban las letras R y O y él, en ese momento, ya se acordó del Cordero. Empezó a investigar sobre los hundimientos de la zona y acabó identificándolo. También fue Abilleira quien descubrió el timón visionando después el vídeo que grabamos durante la inmersión. Estaba tapado por un aparejo y no lo vimos en ese momento", comenta Gutiérrez.

El buzo apunta un dato clave que descubrieron en posteriores descensos: "Encontramos un cordel atado al timón y fijo. Y sacamos la conclusión de que quizá el patrón no estaba en cubierta y el barco navegaba en una dirección de forma automática. Quizá por eso acabó chocando".

Y es que, aunque no están garantizadas, las inmersiones en las rías todavía pueden deparar muchas sorpresas. "Cada vez que te sumerges prácticamente estás de expedición porque la visibilidad es escasa y por poco que varíes de posición ya ves cosas nuevas. Así que casi siempre buceas en sitios desconocidos y sin saber qué te vas a encontrar. Además de lo bonito que es conocer los fondos y la sensación de respirar bajo el agua".

De hecho, el hallazgo del Cordero no es el único que figura en el historial del CBO, que se dedica al buceo recreativo: "En mi segunda inmersión, en el 90 o el 92, encontramos un pequeño cañón. No nos lo creíamos. Y después descubrimos un torpedo alemán, también de casualidad. Y fuimos los primeros que buceamos en Onza en el Barsac, un patrullero francés que encontramos gracias a la marca de los marineros".