En cuestión de una década Vigo pasó de ser una ciudad donde las motos eran relativamente escasas -con apenas 14.500 en un municipio de 293.600 vecinos- a ser un referente a nivel estatal, donde según los últimos datos de la DGT hay registradas 26.700. Para cocinar ese "boom" motero hicieron falta años de una política concienzuda por parte del Concello: medidas para agilizar su uso en el casco urbano, mejoras en la seguridad, reducción de las tasas municipales, facilidades para el aparcamiento... El resultado: su número se triplicó en cuestión de dos décadas.

En el último año Vigo ha visto sin embargo cómo sus calzadas acogían otro "boom", de números más modestos aún que el de las motos, pero con una velocidad mucho más contundente: el de los patinetes eléctricos. En cuestión de meses los conocidos por la DGT como vehículos de movilidad personal (VMP) pasaron de ser raras avis a elementos cada vez más presentes en la ciudad. No importa el barrio, incluso la climatología, si hace frío, calor, llueve o luce un sol radiante de verano. Llega con salir a la calle a las horas de más tráfico de peatones y vehículos para encontrárselos en movimiento. No es un fenómeno exclusivo de Vigo, aunque aquí -a diferencia de otras urbes de España- deben lidiar con la peculiar orografía local, marcada por fuertes pendientes.

Aunque no hay estadísticas que aclaren cuántos patinetes eléctricos circulan por Vigo, las tiendas que se dedican a su venta confirman que su número es cada vez mayor. "Durante los dos últimos años su demanda ha crecido exponencialmente. Comenzaron a comercializarse hace tres, pero ha sido desde hace dos cuando surgieron más modelos y diferentes fabricantes, y también cuando creció su demanda", comenta El Corte Inglés de Vigo, que confirma una clara tendencia al alza en su demanda.

"Es un producto asequible, los hay desde 179 euros. Los clientes al principio lo veían como un juguete, pero en los dos últimos años empezaron a verlo como un medio de transporte", abundan desde el departamento de electrónica de la superficie comercial. Además de las facilidades que ofrece para desplazarse por la ciudad, los usuarios valoran -precisan- "que sean medio ambientalmente sostenibles". A diferencia de la mayoría de coches o motos que circulan por Vigo, funcionan con electricidad.

Raúl Portela, gerente de Segmovi, aprecia también una demanda creciente de nuevas formas de desplazamiento urbano. Su empresa se dedica principalmente a la venta y alquiler de Segway, más potentes que los patinetes eléctricos convencionales pero también más pesados, voluminosos y caros. En su opinión, si no se ven más VMP de este tipo por las ciudades es porque su regulación aún no es clara.

"La demanda sube porque la gente necesita movilidad", señala Portela. A la hora de plantearse la compra, sin embargo, las dudas sobre dónde o cómo está permitido su uso echan atrás a parte de los usuarios. Su empresa dispone de un permiso municipal para realizar visitas guiadas por Vigo -es frecuente ver sus Segway en el puerto los días en los que hay escala de cruceros, atendiendo a turistas- y destaca sobre todo en las ventas a empresas, donde sus vehículos eléctricos se usan en almacenes o para facilitar la labor de los vigilantes. Desde hace un año comercializa también patinetes, de los que ya habría vendido decena y media.

En el Corte Inglés reconocen que los usuarios preguntan por la normativa, aunque su experiencia les dice que es extraño que terminen descartando la compra por ese motivo. El perfil mayoritario de quienes se presentan en el comercio para comprar un patinete eléctrico -apuntan- es habitualmente el de jóvenes de menos de 35 años, a menudo con un perfil profesional y que buscan una forma más ágil para desplazarse a sus trabajos. En el caso del Segway la horquilla se ampliaría ligeramente hasta llegar a los 45. "Aparentemente les aportan más seguridad", anotan.

Ahorro en combustible

Rubén Julián es uno de los usuarios del patinete eléctrico en la ciudad. Cansado de los problemas para encontrar aparcamiento y desencantado con el transporte público de Vigo, hace mes y medio decidió comprarse un modelo con el que ha rodado ya 230 kilómetros y llegó a desplazarse desde Bouzas a Toralla. "Para moverse a la hora de hacer gestiones es lo mejor", asegura. A esa agilidad se suma el ahorro en combustible. El patinete funciona con electricidad y aunque reconoce que eso se trasluce en la factura, recuerda también la escalada de precios de la gasolina.

Como usuario echa en falta sin embargo una regulación más precisa y "mayor educación".una regulación más precisa y "mayor educación" "El problema es hacer que la gente respete los patinetes", explica en referencia tanto a los coches como a los peatones, que en ocasiones invaden los carriles bici. A pesar de esas dificultades su experiencia con el patinete le lleva a plantearse ya dar el salto a la bicicleta eléctrica.