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Luis Quinteiro Fiuza: "Trabajamos para que la concatedral pueda ser basílica en 2019, cuando cumple 60 años"

"El celibato es una ley eclesiástica que nació en el tiempo y puede desaparecer cuando lo crea la Iglesia, que tiene que preservar el sacramento de la ordenación"

El obispo de la Diócesis de Tui-Vigo, Luis Quinteiro Fiuza. // Marta G. Brea

El obispo Luis Quinteiro Fiuza tomó las riendas de la Diócesis de Tui-Vigo en 2010, cuando la crisis daba sus coletazos más duros en una ciudad de marcado perfil industrial. Casi una década después destaca la labor de la Iglesia durante los peores años de la recesión y el compromiso y religiosidad que percibió en la comarca. También el balance de estos últimos diez años. "Intentamos construir una sociedad más de diálogo en la que los cristianos están aportando mucho", reflexiona. Hoy celebra la jornada de la Iglesia Diocesana.

-Hoy se celebra el día de la Iglesia Diocesana. ¿Cuál es el mensaje que transmitirá a los fieles?

-Este año el día de la Iglesia Diocesana se celebra bajo el lema "Somos una gran familia, contigo". Es una ocasión para que nos demos cuenta de la trascendencia que tiene que nos sintamos de verdad como una gran familia. Si tenemos el sentido de familia eso marca todas nuestras maneras de comportarnos porque es un ámbito de convivencia, cariño y comunicación. En este ejercer como familia está la misión esencial de la Iglesia. Es muy importante que la Iglesia tome conciencia de su misión de ejercer la caridad de una manera generosa, abierta, preocupada, acercarse a las personas que verdaderamente necesitan de nosotros. También a los jóvenes, que son el talento nuevo renovado. Yo creo que en la Iglesia necesitamos de los jóvenes.

-Pero cada vez hay menos jóvenes en los templos. ¿Cómo puede la Iglesia reconectar con ellos?

-Esa cuestión es clave. Desde hace mucho tiempo venimos repitiendo que tenemos que acercarnos a los jóvenes. Yo creo que esta preocupación tiene que llamar de verdad al corazón de los sacerdotes, religiosos, religiosas, los responsables de la sociedad? Alguna gente mayor cree que ya no tiene nada que hacer con los jóvenes, que ese mundo les está cerrado. No es cierto. ¿Quién llega más a los jóvenes? Los abuelos. Mucha gente se considera incapaz con los jóvenes, pero el problema de la relación con ellos es sencillamente de cariño, cercanía y de tiempo. Ha habido grandes apóstoles de la juventud, pero veo el déficit que tenemos de contacto con los jóvenes.

-Una de las consecuencias de esa situación es la falta de vocaciones y seminaristas. ¿Le preocupa?

-Es un momento muy difícil para las vocaciones. El tiempo de hoy no es propicio. Hoy a un joven que se plantea la vocación -que se la plantean muchos, más de lo que parece- le da pánico hacer una entrega toda la vida. Pero hay jóvenes que lo hacen. Y yo creo que el futuro de la Iglesia está en esos jóvenes. Lo dice el Papa. En una familia si no hay niños, no hay jóvenes? ¿Qué futuro hay? Ninguno.

-Una de las opciones que se han puesto sobre la mesa es abrir el sacerdocio a las mujeres.

-Ahora mismo, desde el punto de vista de la Iglesia, esa posibilidad está cerrada; pero la Iglesia tiene que cambiar en el futuro y por tanto veremos qué solución hay. Yo creo que habrá que tomar determinaciones que dentro de la fe católica puedan resolver este problema de las vocaciones. Alguien ha hablado de las personas ya mayores, hombres casados? No sé si mayores o no, pero evidentemente en el futuro la Iglesia tendrá que plantearse eso, así como de momento aún no está planteado.

-¿Se refiere a la posibilidad de que hombres casados puedan llegar a ejercer el sacerdocio?

-De cara al futuro. Lo de casarse o no casarse es una ley eclesiástica. Puede cambiarse mañana. Hoy sigue siendo una ley eclesiástica para los sacerdotes. El celibato es una ley eclesiástica que nació con el tiempo y puede desaparecer cuando lo crea la Iglesia. La Iglesia tiene que preservar el sacramento de la ordenación, tiene que proporcionar sacerdotes al pueblo de Dios. Una comunidad cristiana no puede vivir sin la eucaristía.

-El pasado 8 de marzo millones de mujeres salieron a la calle en toda España para reclamar una igualdad real. ¿Cómo percibe la Iglesia el movimiento feminista?

-Yo en mi vida tuve la experiencia de lo que es crecer al lado de una mujer. Quedé huérfano de padre a los seis años y viví con mi madre y mis tres hermanos toda la vida. A mi madre la perdí a los 92 años y la verdad es que fue una ruptura profunda en mi vida. Yo soy un absoluto enamorado de la capacidad de la mujer y de su fortaleza y profundidad de fe. Ese mundo a mí me resulta muy cercano. Creo que en la Iglesia las mujeres tienen que tener la misma capacidad de sentirse incluidas, siendo reconocidas exactamente en todas partes. Yo diría que hoy en día la Iglesia sin las mujeres es impensable. Su influencia en toda la historia de la Iglesia ha sido increíble.

-En la XV Asamblea del Sínodo el Vaticano pedía a los obispos que tratasen sin tabúes temas hasta ahora polémicos para la Iglesia, como la homosexualidad. ¿Cree que debe la Iglesia acercarse al movimiento LGTBI? ¿Cuál es su postura ?

-Es la postura de la Iglesia, que lo tiene en ese punto muy claro: total respeto a la persona humana. Lo que tenemos que hacer es acoger, como acogía el Señor, y no poner juicio previo. Otra cosa son otras cosas, pero la acogida, la actitud, tiene que ser de cercanía.

-A lo largo de los últimos meses se ha hablado mucho de los escándalos de abusos en el seno de la Iglesia. ¿Cree que debería haber autocrítica como institución?

-Por supuesto. La Iglesia tiene que ser tajante en esto. Muchas cosas de hoy vienen de hace 50 o 60 años. Las condiciones entonces todos sabemos que eran muy precarias, en todos los ámbitos. Yo creo que la Iglesia tiene que tener en este sentido una capacidad de zanjar las cuestiones que le permita ser creíble. ¿Qué diferencia hay entre la Iglesia y otra institución -porque ha habido problemas de este tipo hasta en las familias-? Que la Iglesia tiene la misión de ser absolutamente modélica en el comportamiento moral y en la verdad.

-¿Existen mecanismos hoy que impidan que vuelva a suceder?

-Mecanismos existen, perfectamente. Benedicto XVI puso a este respecto unas normas clarísimas. No tenemos excusa. Se pueden hacer más protocolos, pero al final es insistir en cosas que son obvias ya ahora mismo. La Iglesia sabe perfectamente lo que tiene que hacer.

-Antes incidía en la necesidad de aproximarse a los jóvenes. Las redes sociales forman una parte crucial de su espacio, ¿tiene el Obispado alguna estrategia?

-También en eso estamos renovándonos. Tenemos web, nos comunicamos por Internet? A mi modo de ver -y en eso estamos- hay que intentar ser una institución que desde el punto de vista virtual en consonancia con nuestro tiempo. El problema no es hacer uso de las redes , que eso ya es imparable para todos; sino cómo y qué se comunica. Tiene que haber credibilidad.

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