Un equipo de investigadores del Instituto Oceanográfico de Vigo, junto con sus homólogos de Tenerife, han logrado un hito histórico en el mundo de la biología que promete revolucionar el sector pesquero y marítimo en los próximos años. Tras más de dos décadas de investigaciones sobre el cultivo larvario de pulpo común ( Octopus vulgaris) por parte de científicos de todo el mundo, ha sido el oceanográfico vigués el que ha conseguido reproducir, al fin, pulpos en cautividad. Se trataba de uno de los principales retos para la explotación comercial de esta especie.

Según el IEO, los investigadores han alcanzado este hito mediante el uso de nuevas técnicas de cultivo y alimentación que consisten en el crecimiento de las larvas con una metodología más rentable y replicable que las utilizadas hasta el momento. En cuanto al engorde de los pulpos en su fase juvenil, es un problema ya resuelto pues se lleva realizando desde hace años con ejemplares capturados en el mar.

Los investigadores han conseguido mejorar la supervivencia de las larvas. Las que están en cabo Estai tienen ya cien días y pesan entre uno y dos gramos. No ha trascendido, sin embargo, el número de especímenes obtenidos hasta el momento a partir de la reproducción de los pulpos en cautividad. Los esfuerzos irán ahora destinados a obtener juveniles y a estudiar la viabilidad económica de la investigación. Los resultados permitirán en un futuro a medio plazo poder comercializar cefalópodos de piscifactoría. Los científicos han conseguido el asentamiento de las larvas en todos los tanques en los que han probado. "Ahora que son pulpos formados, será más fácil que lleguen a su etapa adulta", explican desde el IEO.

El estudio, encabezado principalmente por el investigador portugués Pedro Domínguez, responsable del departamento de cefalópodos del oceanográfico, comenzó hace algo más de un año. Los ensayos realizados por aquel entonces ya consiguieron porcentajes de supervivencia superiores a los obtenidos en estudios previos mediante nuevas técnicas de cultivo y alimentación. Pese a que ahí ya se había conseguido un crecimiento notable de estas larvas, todavía no se podía hablar de cerrar el ciclo en cautividad a nivel comercial. También se había conseguido ya iniciar la fase de asentamiento, momento en que la paralarva deja la vida planctónica (nadando libremente) y entra en la denominada fase bentónica (en el fondo marino), lugar donde se desarrolla la fase juvenil y adulta del cefalópodo, que tiene cuatro etapas vitales.

El pulpo común tiene un ciclo corto de vida pero con potencial de crecimiento, lo que según el Instituto Español de Oceanografía, al que se adscribe el centro vigués, le convierte en una especie idónea para su cultivo y desarrollo en cautividad. Desde hace varios años se ha convertido en un producto muy demandado en los mercados nacionales e internacionales y con un gran interés comercial, lo que ha provocado tanto un aumento de capturas y un incremento de estudios e investigaciones científicas que tienen como objetivo domesticar esta y otras especies del demandado cefalópodo. Además, se trata tiene un indudable interés comercial en España y en el Mediterráneo y su demanda es cada vez mayor en países como Estados Unidos. Este hecho, junto con un precio continuamente al alza y la escasez de especies actualmente en alta mar, lo convierte en un candidato ideal para la diversificación de la acuicultura.

En la actualidad se comercializan especies de cefalópodos engordados en jaulas tras ser capturados en el mar, como el pulpo común en Galicia, el pulpo rojo ( octopus maya) en México y otras especies en países asiáticos.

Sin descanso

Pedro Domínguez encabeza la investigación, en la que también ha participado Ricardo Tur, Eduardo Almansa, Pablo García, María Jesús Lago y Evaristo Pérez. Domínguez, consciente de la importancia del proyecto en el que están inmersos, lleva desde el pasado agosto trabajando los siete días de la semana sin descanso alguno. La dificultad de la investigación hizo fracasar diversas iniciativas surgidas en Estados Unidos o Portugal, que se toparon recurrentemente con la elevada mortalidad de los pulpos en fase larvaria. Principalmente, porque los requerimientos alimentarios de estas especies durante las primeras fases de desarrollo son difíciles de obtener y los científicos no conseguían formular una dieta adecuada para conseguir la supervivencia de las larvas hasta su etapa juvenil.

Opción preferente

Recientemente, el IEO y Nueva Pescanova han firmado un contrato por el que la empresa tiene una opción preferente de licencia de la patente sobre estas investigaciones, con la idea de comercializar en un futuro los pulpos de piscifactoría. Ambas instituciones tienen interés en cerrar el ciclo en cautividad a nivel comercial del pulpo común.

El cefalópodo es una de las especies que también tratará de desarrollar Nueva Pescanova en el centro de investigación acuícola de O Grove (Pescanova Biomarine Center), al que destinará una inversión de 4,5 millones. A corto plazo la compañía prevé centrarse en la cría de lenguado, una especie plana con trayectoria en el segmento acuícola que se cultiva ya en las costas gallegas. La cría y engorde del cefalópodo, no obstante, figura como un proyecto a "largo plazo" en el plan estratégico de la multinacional. "Si consiguiéramos criar el pulpo de acuicultura sería algo fantástico", ha destacado su consejero delegado, Ignacio González.

Sin posibilidades -de momento-, Nueva Pescanova ha rescatado esta especie para incrementar su portfolio de elaborados refrigerados y convenience, listos para su consumo a un golpe de microondas. El pulpo es clave para mantener el pulso de las ventas en Italia, primer comprador de pescado de Galicia, y EE UU. Ningún otro país de fuera de la eurozona compra más pulpos a las pesqueras gallegas que el norteamericano.

Pese a tratarse de una especie de rápido crecimiento, se han contabilizado numerosos fracasos en proyectos acometidos hasta la fecha. Uno de los últimos ha sido el de la pesquera japonesa Nippon Suisan (Nissui), segundo mayor comercializador mundial de productos elaborados a base de proteína marina, que el pasado verano logró eclosionar más de 140.000 larvas. Su intención pasa por sacar al mercado estos pulpos en 2020, si bien no ha vuelto a informar de los progresos de esta iniciativa.