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Manuel Franco Marín: "Se abusa de psicofármacos por comodidad o por falta de recursos para psicoterapias"

"Entre el 25% y el 40% de los mayores necesitan esta atención en salud mental"

Manuel Franco. // R. Grobas

La psicogeriatría es un área de conocimiento relativamente reciente en España. Su sociedad española nació a principios de los 90. Su presidente, Manuel Franco, lamenta que no tenga el reconocimiento de especialidad, como en otros países. Jefe de Psiquiatría en el Hospital Río Hortega de Valladolid y en el de Zamora, sostiene que la circunstancias de los mayores -más frágiles, polimedicados...- hace que la asistencia en salud mental que reciben deba fijarse en otras cosas, "igual que existe la geriatría para la medicina general". Ayer y hoy celebran un curso en Vigo con La Red Gallega de Investigación en Demencias y la Federación Alzheimer Galicia.

- ¿Cómo están de expandidas las unidades de psicogeriatría en el sistema público español?

-En general muy poco porque, sorprendentemente y a pesar de que vivimos en un país muy envejecido, no hay muchos sitios que las tengan o que consideren los aspectos diferenciales de las personas mayores dentro de los planes de salud mental. Es una asignatura pendiente y obligada.

- ¿A cuánta gente puede afectar?

-La población mayor de 65 años en España está entre el 20 o el 30%. En Galicia o Castilla y León, de donde vengo, estamos próximos al 25% y hay zonas rurales que superan el 50%. Entre el 25 y el 40% de esos mayores necesitarían atención psicogeriátrica.

-El curso se centra en las demencias. ¿Qué representan en el conjunto de la psicogeriatría?

-Es una de las áreas más importantes por su impacto social, económico y personal. Compartimos áreas con neurología como en el diagnóstico; con geriatría, sobre todo, en el manejo de la polifarmacia; y tenemos un papel más específico, el que más carga tiene, que son los trastornos de conducta y afectivos asociados a la demencia o deterioro cognitivo. Y todo el manejo de sintomatología psiquiátrica, asociada a la demencia, desde cuadros de apatía, desgana, a casi depresión, inquietud? El tratamiento, hoy por hoy, debe ser multidisciplinar.

-¿Cree que se abusa de los fármacos y se deja de lado la psicoterapia?

-Sin duda. Creo que en España hay un sobreconsumo de psicofármacos. No en vano somos los grandes consumidores de benzodiacepinas y antidepresivos y no tenemos niveles de sufrimiento vital superiores al resto de países de Europa. Su reducción y racionalización es algo importante para la sanidad y aquí el psicogeriatra tiene un papel estratégico. Un gran déficit que tenemos, en casi todo, es el de intervenciones no farmacológicas, las psicoterapéuticas. No solo en demencia o psicogeriatría. Se abusa de los psicofármacos, a veces por comodidad a veces por falta de recursos para las otras terapias y en el caso de demencias es especialmente importante. Programas de intervención como reminiscencias, rehabilitación o estimulación cognitiva, de validación... No es fácil encontrar lugares donde sean aplicados en el sistema público de salud y son tratamientos de salud como el resto. Esa es una asignatura que a todos nos convendría aprobar.

-¿Y con esto se consiguen mejores resultados que con fármacos?

-Depende de la persona y del estado evolutivo. En algunos casos puede tener mejores rendimientos que los fármacos. No se trata de que uno sea mejor que otro, sino de que son igual de importantes. Cada caso hay que estudiarlo y tener la oportunidad de dar uno, el otro o los dos. Tenemos que ir a la medicina personalizada y a tratar personas y no solo enfermedades. También hay que cuidar al cuidador.

-Organizan una mesa de debate titulada con una buena pregunta "¿Dónde ubicamos a las demencias en el sistema sanitario?"

-El objetivo es decir que nadie sobra, los profesionales de neurología, geriatría, psicología, enfermería, terapia ocupacional y psiquiatría. Deberíamos ir más allá y evolucionar a unidades funcionales integradas con la participación de todos para evitar el peregrinaje del enfermo y tener resultados más eficientes.

-¿Cómo son esas unidades? ¿Se unen en un espacio físico?

-Son espacio físico, pero lo más importante es el establecimiento de procesos de integración y colaboración entre los profesionales, con circuitos cooperativos de información para diseñar y avanzar hacia tratamientos integrados. En vez de una suma de intervenciones, convertirla en una sola intervención creada por todos ellos.

-¿Hay alguna en España?

-De forma sistematizada, no. Hay experiencias como iniciativas piloto o de profesionales interesados en casi todas las comunidades. Hay que evolucionar a unidades funcionales integradas. En el norte de Europa son las clínicas de memoria, con gran eficacia, donde participan sin preponderancia alguna todos estos expertos.

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