En un par de meses los peajes de Portugal podrían encarecerse un 1%. Los medios lusos se hacían eco esta semana de que el observatorio estadístico del país vecino avanza un IPC del 0,98%, el valor con el que -según la fórmula automática con la que se revisan los gravámenes lusos- se actualizarán las tarifas a partir de enero. En un par de semanas las empresas concesionarias deberán hacer su propuesta de precios.

El recorrido entre Viana do Castelo y Oporto por la autovía de pago A-28 cuesta ahora 3,75 euros para los turismos y entre 6,7 y 9,55 euros para los camiones, dependiendo de sus características. Tras una subida del 1% la tarifa para coches podría ascender a 3,8. El mismo recorrido a través de la autopista A-3 tiene un coste en peajes de 8,85 euros para los turismos, que tras un incremento del 1% podría quedarse en 8,95.

El aumento previsto en las tarifas lusas queda muy lejos sin embargo del que se aplica en la AP-9. Desde enero los gravámenes de la Autopista del Atlántico se encarecieron un 3,91%, una subida que oculta en realidad de tres incrementos: el alza del 1,19% aplicado en enero para adaptar los precios al IPC y las dos subidas extraordinarias adoptadas esta misma semana, cuando las tasas se encarecieron un 1% para compensar a Audasa por sus últimas inversiones en la AP-9 y otro 1% con el que se le resarce por las bonificaciones que aplica en el recorrido Vigo-Pontevedra.

A día de hoy un viaje entre Vigo y Oporto a través de la A-55 y la autopista lusa A-3 cuesta 8,85 euros en peajes. El recorrido ronda los 145 kilómetros. Aunque el trayecto entre Vigo y A Coruña es algo más largo -unos 160 kilómetros-, su coste está muy por encima del que implica viajar a la ciudad portuguesa. La factura de la AP-9 hasta la ciudad herculina asciende a 15,85 euros. Para los camiones de mayor tamaño supone más del doble: 34,15.

La autovía A-28, la opción más barata para desplazarse hasta Oporto, está gravada con peaje desde finales de 2010. La puesta en marcha de los gravámenes causó una intensa polémica en la Eurorregión, ya que Portugal optó por un sistema de cobro electrónico con pórticos que, en un principio, complicaba el pago a los extranjeros.