Cuando el Navigator of the Seas, -311 metros de eslora- zarpó de Southampton el pasado viernes rumbo a Madeira ninguno de sus 3.700 pasajeros imaginaba que los planes pudieran torcerse de tal forma para que al cabo de 48 horas muchos de ellos llegaran a calificar la ruta de "pesadilla". No es la primera vez que el mar realiza una demostración de fuerza contra buques tan magníficos como este de Royal Caribbean, en servicio desde 2002, por eso lo que molestó a bordo no fue la avería registrada en su barco, sino la gestión informativa por parte de la armadora sobre el alcance y las consecuencias de su reparación en el resto del viaje.

Desde que se detectó en la madrugada del domingo hasta poco antes de finalizar su reparación al mediodía de ayer en Vigo, los huéspedes no pararon de lanzar críticas en redes sociales por la ausencia de explicaciones. "Un poco pesadilla en el Navigator of the Seas en el segundo día atracado en Vigo. Comunicación cero de los responsables. Una dificultad técnica menor para Royal UK significa seguir oyendo rumores, pero creo que los pasajeros necesitan saber la verdad...", protestaba Dave en Twitter.

Entre estos tuits había reproches por haber obtenido, de manera extraoficial, esa información que a juicio de los afectados debió ofrecer la compañía. De hecho fueron tripulantes del Navigator quienes ofrecieron al portal "Crew-center.com" los primeros detalles de una avería que según el testimonio descrito a continuación por uno de ellos llevó al capitán a emitir un Código Bravo, un mensaje por megafonía estructurado en clave para no alarmar al pasaje que informa de incendio o incidente grave.

"Todos empezaron a correr"

"El capitán anunció el Código Bravo por la noche. El bar de la tripulación estaba lleno y, de repente, todos empezaron a correr. Uno de los estabilizadores del Navigator of the Seas se rompió e hizo un agujero en el casco. Tuvieron que cerrar toda una zona porque estaba goteando agua. Tocaron la alarma y había tripulación caminando con chalecos salvavidas", describe el citado testimonio donde ya se daba cuenta del intento de los mecánicos del barco por reparar la avería. "Después de dos horas lo repararon temporalmente", añadía.

A partir de este arreglo provisional el crucero enfiló hacia Vigo, adonde arribó sobre las 8.00 horas del domingo. Ya por la mañana, después de la supervisión de una empresa subacuática viguesa, el capitán sabía que por el alcance de la avería le obligaría a permanecer en la Estación Marítima al menos otro día más. De ahí la nota que difundió al pasaje donde lamentaba profundamente el cambio de planes debido a "problemas técnicos que afectaban a la estabilidad de la nave" y le animaba "disfrutar del maravilloso Vigo, con la vista de 360º de la ciudad y su comarca desde el monte del Castro, o la visita a las ostreras del Casco Vello".

Parecerían explicaciones más que suficientes de no ser porque un buen número de pasajeros comenzó a desconfiar que el problema reconocido por la armadora fuera algo bastante más grave hasta temer que esa "vía de agua" que circulaba por internet pudiese provocar una tragedia . Así que la alarma desatada por las redes sociales no tardó en extenderse entre los familiares, como Jessica Redferm, quien poco antes de la doce de la noche del domingo tuiteaba a Royal Caribbean: "¿Pueden decirme, por favor, lo que está pasando con Navigator of the Seas? He leído que hay un agujero en el casco y fugas de agua. ¿Puede confirmar o negar esto por favor, ya que estoy muy preocupada por mis padres a bordo?".

De poco sirvió la insistencia. Royal evitó detallar la gravedad de la avería e impuso el silencio a las empresas implicadas en su escala en Vigo. Oficialmente se limitó a referir un "problema técnico" que no afectaba "ni a la maniobrabilidad del barco ni la seguridad de nuestros huéspedes y tripulación". Aun siendo esto cierto, expertos consultados por este periódico rechazan graduar como menor el incidente mecánico del Navigator. Su casco se agujereó en babor por la rotura del eje de uno de sus estabilizadores, esa especie de alas sumergidas que despliegan de sus costados los grandes buques para reducir el balanceo durante los temporales. Por esta grieta entró el agua, y no mucha porque no era grande. Por fortuna.