En la Unidad Asistencial de Tratamiento del Alcoholismo de Vigo (Asvidal), además de la adicción a la bebida, también tratan la provocada por el tabaco, los psicofármacos, las compras, el sexo, internet y, cómo no, el juego. Entre los 334 pacientes nuevos que les llegaron el año pasado está Leo -nombre ficticio-. "Tenía un problema con las apuestas deportivas, no podía controlar la situación", cuenta este joven que hoy tiene 20 años, pero que empezó a hacerlo antes cumplir la mayoría de edad, hace unos dos años y medio. Primero en las máquinas de los bares, con menos control, y luego "desde el móvil mismo" y en los locales de apuestas. La mayoría de sus amigos, hacían como él. "Estás cómodo, no te lo pueden poner más fácil", cuenta.

Se gastaba lo que tenía, entre 30 y 40 euros semanales. "Como lo destinaba todo a eso, luego no podía hacer otras cosas", recuerda. "Me tocó una vez un premio de 1.500 euros y me sentí eufórico", describe. Se compró un Iphone y las ganas por jugar siguieron creciendo. "Solo puedes pensar en eso", asegura. Empezó a afectarle a la actitud y a las relaciones sociales y familiares.

"Me costó darme cuenta de que tenía una adicción", confiesa. Ese momento llegó cuando para poder financiar sus apuestas vendió libros de su hermana. Sin su consentimiento, claro. "Fue una burrada, pero en ese momento no te das cuenta", lamenta. Su familia le propuso acudir a Asvidal. "El primer día ya lo reconocí", destaca. El terapeuta Juan Lamas dice que este es el paso más importante y el más difícil. Lleva un año a tratamiento y no ha vuelto a recaer, a pesar de que al principio le fue muy difícil. "Pasas por delante del local y casi te tiemblan las manos". Han hecho un pacto entre los amigos con los que apostaba para dejarlo y muchos también se están tratando. Lo suyo era apostar al tenis. Ahora disfruta más de los partidos. "No estás pendientes de perder dinero".