En los últimos días los vigueses han tenido que coger las chaquetas y paraguas que llevaban meses en el trastero de sus casas. La llegada del otoño se ha dejado notar en la ciudad en forma de precipitaciones y descenso de las temperaturas, sobre todo las mínimas. Entre el pasado jueves y el domingo la estación de Meteogalicia situada en la avenida de Madrid recogió la misma cantidad de lluvia que en los cuatro meses anteriores. El grueso cayó entre el propio jueves y el sábado, cuando se acumularon más de 40 l/m2. Tanto el viernes como ayer la cantidad fue ínfima.

El año está siendo bastante irregular en el apartado de precipitaciones. Tras la histórica sequía de finales de 2017, el arranque del presente ejercicio fue una explosión de agua. Solo en invierno la estación del observatorio gallego recogió 498,6 litros por metro cuadrado, casi el doble que en el mismo periodo del curso anterior (275 l/m2). El dato no es especialmente elevado si tenemos en cuenta los inviernos anteriores. En el de 2013/14, por ejemplo, se rozaron los 700 litros.

La primavera también fue positiva en términos hidrológicos. Vigo volvió a los valores habituales de los últimos ejercicios tras un 2017 especialmente seco. Los embalses lo agradecían y a finales de mayo Eiras ya se situaba a un 99% de su capacidad y Zamáns, de menor tamaño, estaba totalmente lleno. Ambas presas llegaron a estar por debajo del 40% entre noviembre y diciembre de 2017.

Desde mediados de junio las nubes se evaporaron y las lluvias abandonaron la ciudad. Tan solo durante la primera quincena de dicho mes cayó algo de agua con intensidad. Entre julio y agosto la estación de la avenida de Madrid apenas recogió 18 l/m2, menos incluso de lo anotado este jueves o sábado (21,8 l/m2 y 20,7 l/m2 respectivamente).

Esta situación ha provocado la pérdida de agua de los dos embalses que nutren a Vigo y su comarca. El último informe remitido por Augas de Galicia apuntaba que Eiras ya se encontraba al 66% y Zamáns al 58%. Los datos son del pasado lunes, por lo que es probable que estas últimas lluvias hayan ralentizado el descenso. La situación no es todavía alarmante, y menos si la comparamos con los registros de hace un año. Por aquel entonces la presa situada en Fornelos do Monte ya estaba al 54% mientras que Zamáns se situaba al 48%. El alcalde Abel Caballero informó recientemente que ambas instalaciones tenían tres semanas más de decalaje que en 2017.

Hasta este miércoles el tiempo continuará inestable, alternándose periodos de nubes y claros con otros más oscuros acompañados de precipitaciones. La mejoría llegar a partir del jueves, cuando se esperan cielos completamente despejados, algo que se mantendrá hasta el final de la semana. Las temperaturas irán en ligero ascenso e incluso se prevé alcanzar los 25 grados el viernes y sábado.