Un polígono moderno adaptado a las necesidades de las empresas, pero también a las de sus trabajadores. La Zona Franca quiere convertir Balaídos, el principal motor económico y laboral del sur de Galicia, en un parque modélico desde el punto de vista de la accesibilidad y la seguridad vial, para lo que prepara la humanización de los accesos y del cierre del recinto que va desde la carretera de Camposancos a la entrada principal en la avenida de Citroën. El proyecto, con un presupuesto inicial de cerca de 600.000 euros, incluye la construcción de aceras, nueva iluminación y mobiliario urbano, pantallas vegetales en el vallado exterior y un carril bici que conectará con la senda del Lagares y, en una segunda fase, con el paseo ciclista que unirá Samil y Teis. "Para retener el capital humano necesitamos polígonos industriales que estén a la altura, que el trabajador se sienta cómodo", explica el delegado del Consorcio, David Regades.

La actuación surge tras la realización de un estudio de movilidad y seguridad vial en todo el recinto, especialmente en la zona del polígono más próxima a San Andrés de Comesaña, donde se ubican empresas como la planta de la multinacional británica de componentes de automoción GKN Driveline, y el gigante de la logística Gefco. El proyecto es ambicioso teniendo en cuenta que incluye la construcción de un carril bici y de nuevas aceras; el ajardinamiento del cierre que va desde la carretera de Camposancos hasta la avenida de Citroën, llegando a donde está instalado el grupo Maviva (Ferrovial Servicios), y la colocación de mobiliario urbano para que puedan estacionar las bicicletas; el cambio del sistema de iluminación, nueva señalización horizontal y vertical y la instalación de sistemas de detección y aviso de exceso de velocidad, entre otras novedades.

El objetivo es convertir Balaídos en un polígono modélico desde el punto de la accesibilidad -sus empresas emplean a más de 9.000 trabajadores directos y el parque registra diariamente la entrada y salida de miles de turismos, motocicletas y vehículos pesados- y la seguridad vial. Regades pone el foco en el carril bici, que en una primera fase discurrirá por la portería Oeste y conectará con la senda del Lagares -por lo que se podrá llegar pedaleando directamente a la entrada principal del parque-, pero que en una segunda etapa enlazará -a través de Navia- con la senda ciclista ya en construcción por el Concello entre Samil y Teis. "Estaríamos dispuestos a hacer un convenio con el Ayuntamiento y a colaborar [en la construcción del carril bici] porque entendemos que es un servicio para el polígono de Balaídos", expone Regades, que recuerda que muchos trabajadores del recinto residen en las zonas de Navia y Coia y que, a la postre, al conectar el carril bici con el que irá de Samil a Teis el polígono quedará unido "a toda la ciudad".

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Preguntado sobre el posible impacto que esta humanización de los accesos tendrá sobre las plazas de aparcamiento [uno de los temas que más preocupan a los trabajadores] en la zona, el delegado garantiza que será "menor". Los técnicos de la Zona Franca están ultimando el proyecto, que podría licitarse ya en el primer semestre de 2019 con un presupuesto inicial cercano a los 600.000 euros.

Esta actuación en el polígono se suma a la construcción de dos nuevos edificios en Portanet para acoger al polo de innovación de la automoción viguesa, el World Car Center, para cuyo diseño la Zona Franca ha convocado un concurso de ideas, como recogió FARO. Estas nuevas instalaciones, que suman 14.000 metros cuadrados -contando los dos nuevos inmuebles y una entreplanta ya construida-, acogerán la aceleradora de empresas de automoción de Galicia, la BFA (Business Factory Auto), instalada de forma provisional en Porto do Molle (Nigrán); la incubadora High Tech Auto, un centro de prototipado (FAB-Lab), salón de actos, etc.

El parque de Balaídos tiene una superficie de un millón de metros cuadrados -su ampliación sigue pendiente- y diez empresas alojadas, con el centro de Vigo de la multinacional automovilística Grupo PSA en cabeza. Allí trabajan unas 9.500 personas y el valor que generan supera los 5.400 millones de euros al año, convirtiéndose en el principal motor de la economía y el empleo del sur de Galicia.