Es la segunda vez que se pone al frente de la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG), pero la primera que lo hace en Vigo. El venezolano Christian Vásquez, con una carrera en fulgurante ascenso, se encarga de la apertura del segundo ciclo de la agrupación en el Mar de Vigo, el primero con abono propio. Será mañana, a las 20.30 horas.

-Es director titular en la Sinfónica de Stavanger, en Noruega, y el principal invitado en Arnhem, Holanda. ¿Es un tópico o se produce un contraste entre un carácter latino, cálido, dirigiendo personalidades más templadas?

-[Ríe] No es como en Venezuela, donde todos los músicos son de allí. ¡En la Sinfónica de Stavanger somos 21 nacionalidades!

- Donde sí se verá esa fusión entre lo latino y, en este caso, lo ruso, será en su próximo concierto al frente de la OSG.

-Sí. En la primer parte, tocaremos la "Sinfonía nº 5" de Chaikovsky que es una de mis sinfonías favoritas. Es una melodía superbella. La orquestación, la fuerza que tiene el último movimiento, el elegante vals del tercer movimiento, o esos solos melancólicos del segundo que hace, por ejemplo, la trompa. La segunda parte empezamos con "Capricho español", de Korsakov, con melodías y ritmos de aquí, donde puso en su orquestación las castañuelas. Después pasamos a México. Con "Huapango", de Moncayo, que es como el segundo himno nacional de México. También tenemos la "Conga del fuego nuevo", de Márquez y el "Danzón nº 2". Es una gran fiesta lo que vamos a hacer en la segunda parte. También tenemos el "Tico Tico" de Brasil. El público tiene que ir a escuchar este concierto. Es una superorquesta con la que estoy superemocionado y el repertorio es muy bonito. No se pueden perder este concierto porque lo van a lamentar de no venir.

-¿Como casan en un programa piezas de compositores rusos con otras latinas?

-En toda la música hay algo en común. Chaikovski, en sus sinfonías, siempre ponía melodías folclóricas, de su país o de su ciudad. Lo mismo pasa con los compositores latinoamericanos. Ponen los ritmos y las composiciones folclóricas de donde nacieron. Aunque ponen más percusión, es más exótico. Las de Chaikovski son en otro estilo. Pero siempre hay algo común, que es la parte nacionalista. Y como la música es el idioma universal, siempre vamos a estar unidos por las notas.

-Como venezolano, es especialista en estas tres piezas con las que cierran el programa. ¿Tienen algún significado especial para usted?

-El "Danzón nº 2" es una obra que toqué muchísimo en Venezuela, en la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela, hasta que crecimos y nos convertimos en la Simón Bolívar. La trabajamos mucho con el propio compositor, Arturo Márquez, que siempre ha estado vinculado con El Sistema de orquestas de Venezuela. Crecimos tocando su música y es algo que corre por nuestras venas, que nos sale de forma natural. También la música de Pablo Moncayo, el "Huapango", lo tocamos muchísimo. Y el "Tico Tico", en nuestra gira internacional, cuando la gente pedía propina, los bises, empezamos a tocarla y a bailar y eso gusta mucho. Es ritmo, es muy pegajoso.

-Llama la atención lo de bailar. Cuando uno piensa en un concierto de clásica se imagina a las personas sentadas en sus butacas. ¿Se han levantado cuando ustedes tocaban?

-Sí. En Venezuela, desde que éramos niños. Una vez, tocando el "Malambo", de Ginastera, empezamos a movernos poco a poco con el cuarto movimiento y, de repente, toda la orquesta comenzó a bailar. Al maestro Abreu le encantó y, a partir de ahí, empezamos a bailar, parar [levantarse], brincar y esas cosas.

-¿Veremos eso con la Sinfónica de Galicia?

-Les dije hoy que en "Danzón nº 2" ellos pueden bailar, pueden mover los hombros si quieren, que no les dé pena, que es parte del espectáculo. Ya veremos si me hacen caso y se mueven un poquito [ríe].

-Dima Slobodeniouk, director titular de la OSG, le presentó como "un músico muy interesante que proviene del mismo sistema de formación que Gustavo Dudamel, El Sistema". ¿Compartir formación y maestro, José Antonio Abreu, se refleja en semejanzas en la forma de dirigir o cada uno tiene su propio estilo?

-Hay algunos momentos que sí se nota que estudiamos con el mismo maestro por la técnica. Cada uno tiene su propio estilo, pero la base y algunos gestos, siempre están ahí. Y en alguna orquesta siempre me preguntan 'Mira, ¿tú estudiaste en el mismo sitio que Gustavo?' Les pregunto por qué y me dicen: 'Porque en algunas ocasiones dirigen iguales'. Es por eso, porque estudiamos juntos, con el mismo maestro, y porque toqué por muchos años con Gustavo como director de la Simón Bolívar y viéndolo tanto algunas cosas también se pegan.

- ¿Ya ha dirigido orquestas en todos los continentes?

-¡Guau! No, no he ido nunca a Australia.

- ¿Cuáles son los retos que le depara esta temporada?

-Tengo tres conciertos en Japón con la Filarmónica de Tokio, el último es el 24 de diciembre, con la "Sinfonía nº 9" de Beethoven. Es la segunda vez que trabajo con ellos y es un gran honor esa cita. En febrero hago mi debut en Corea con la Seoul Philharmonic. Estoy muy ansioso por hacer música con ellos? Y además, me encanta la comida asiática.