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Economistas sostienen que es posible eliminar ayudas a la pesca sin generar desigualdad

Un estudio liderado por José María Da Rocha determina los efectos de suprimir o redirigir las subvenciones al combustible, que considera regresivas y una amenaza para la sostenibilidad

Economistas sostienen que es posible eliminar ayudas a la pesca sin generar desigualdad

Un reciente estudio internacional liderado por un investigador de National Geographic afirmaba que más de la mitad de los caladeros de alta mar no serían rentables, con las actuales tasas de pesca, sin la existencia de subsidios. Expertos de todo el mundo llevan años debatiendo sobre la conveniencia de estas ayudas, sobre todo, de aquellas como la del combustible que permiten aumentar la distancia y el tiempo en el mar, lo que pone en riesgo la sostenibilidad de los recursos. La Organización Mundial del Comercio (OMC) se ha fijado 2020 como horizonte para eliminarlas, pero las negociaciones con los países no son fáciles a pesar de que los estudios avalan que su eliminación no generaría desigualdad.

Los investigadores vigueses José María Da Rocha y Javier García Cutrín forman parte de esta comunidad científica internacional. En un artículo publicado en Marine Policy junto con expertos de México y País Vasco, analizan los efectos distributivos que tendría la eliminación de los subsidios en la pesquería del camarón en el país azteca. Y sus resultados pueden aplicarse a cualquier explotación.

Según el proyecto dataMares, que aúna a científicos y periodistas para generar conocimiento que mejore la conservación y la gestión de los ecosistemas del Golfo de California, México invirtió entre 2008 y 2015 un total de 7.000 millones de pesos en subsidios pesqueros -316 millones de euros-. Y el 38% de esas ayudas fueron para diésel y gasolina.

Las subvenciones para combustible permiten el desarrollo de una pesca más allá de los límites sostenibles, pero los gobiernos, explica Da Rocha, se resisten a eliminarlas y utilizan como principal argumento su impacto en la desigualdad.

Las simulaciones numéricas de los expertos vigueses y sus colegas demuestran que la supresión de estas ayudas sí puede aumentar la desigualdad cuando la productividad del recurso es independiente del tamaño de la biomasa -exógena- porque supone una reducción de las rentas percibidas por los pescadores. Eliminar la ayuda beneficiaría a la conservación de la pesquería, pero perjudicaría a los trabajadores.

Sin embargo, cuando la productividad depende del recurso -endógena-, eliminar o reducir las subvenciones "recupera la biomasa, aumenta los niveles de capturas sostenibles y eleva los ingresos y el nivel de bienestar de los pescadores".

"En el caso de algunas pesquerías, los economistas sospechamos que la productividad del tiempo y el capital utilizado para pescar depende de la cantidad de peces que existen. Por tanto, los ingresos que se obtienen en cuanto a salarios y rendimiento de la inversión en el buque son mayores cuanto mayor es el stock", señala Da Rocha.

Cuando ocurre esto, las subvenciones generan "una trampa de pobreza": "Subsidiar combustible implica construir barcos muy potentes, ya que el uso de la energía es más barato. Y ello genera sobrepesca, lo cual reduce los rendimientos de la actividad. Se usa mucha potencia y trabajo en un stock de peces muy pequeño".

"Si eliminamos el subsidio, los barcos reducen la inversión en potencia y transitamos hacia un equilibrio virtuoso. Usaríamos trabajo y potencia en pesquerías con stocks altos donde los salarios y los rendimientos de la inversión son mayores", añade.

Estos efectos ya eran conocidos, apunta Da Rocha, cuya aportación es el análisis de los efectos redistributivos de esas medidas. "Para ello, suponemos que la actividad pesquera es un negocio con riesgo, que este riesgo es individual -unos barcos pescan más y otros menos-, y que no es posible contratar un seguro que genere un pago constante e independiente de los eventos que afectan a cada buque. Esto es lo que llamamos en economía un modelo de agentes heterogéneos con riesgo idiosincrásico", describe.

Y en estos modelos la desigualdad es una mezcla de suerte -la lotería puede hacer más ricos a unos que a otros-, de las acciones que cada uno puede utilizar para mitigar su impacto y de la productividad del recurso, que afecta a todos por igual.

"Cuando eliminamos el subsidio, avanzamos hacia un equilibrio virtuoso donde la productividad del recurso es más alta y resulta muy rentable invertir en acciones que mitigan el impacto de la suerte en los individuos. Por ello la desigualdad de los ingresos se reduce. Es decir, los subsidios pesqueros no solo inducen malos equilibrios, sino que además son regresivos ya que aumentan la desigualdad de los ingresos y, por tanto, de la riqueza", concluye.

Por tanto, suprimir o redirigir las ayudas a la pesca es posible sin originar costes sociales. ¿Y en el caso de Galicia? Las mismas conclusiones podrían aplicarse si se cumplen ciertas condiciones: "El resultado no funciona si, por ejemplo, algunas empresas decidiesen cerrar y abandonar la industria y/o los recursos fuesen afectados por otras perturbaciones que impidiesen su crecimiento. No hay nada seguro en la vida... Nuestro trabajo muestra que limar los subsidios no condena a los pescadores a vivir peor".

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