La recuperación de la fachada marítima de Beiramar da un paso decisivo. Tras permanecer bloqueado durante años, el futuro de la antigua fábrica de Cordelerías Mar al fin empieza a despejarse de la mano del milmillonario gallego Manuel Jove, su actual propietario. La inmobiliaria Frieira 360 S.L, perteneciente al grupo Inveravante -dirigido por el magnate coruñés-, ha iniciado ya los trámites para el desarrollo urbanístico del solar, situado entre las calles Jacinto Benavente y Marqués de Valterra.

La empresa ha enviado a la oficina municipal de Patrimonio Histórico la propuesta de sondeos arqueológicos. Una vez el documento reciba luz verde, Frieira 360 podrá entregar su proyecto de demolición. Son los primeros pasos para brindar una segunda vida a los antiguos terrenos de Cordelerías tras años de abandono. En 2010 la promotora privada Bouza Alta S.L. ya había intentado sacar adelante una iniciativa urbanística, pero su planteamiento -a pesar de reformularse- no llegó a salir adelante.

La propuesta arqueológica presentada por la inmobiliaria en el Concello contempla tres tipos de intervención: cinco catas con uso de maquinaria en el terreno de 3.480 metros cuadrados (m2) ocupado por la vieja nave industrial; otros 12 sondeos manuales y mecánicos que se centrarán en una superficie de 1.400 m2 que el documento identifica como "parcela 2" y que se encuentra "sin edificar"; y por último una excavación en una esquina de ese último solar con una dimensión de cerca de 190 m2. "En función de los resultados, este ámbito podría ampliarse o reducirse", anota la propuesta entregada por Frieira 360 en la oficina municipal de Patrimonio Histórico.

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Una vez aprobado el proyecto arqueológico, la promotora del grupo Inveravante entregará el de demolición para obtener la licencia. Otro de los ejes clave para desatascar la situación de la nave de Cordelerías, que lleva años abandonada y juega un papel determinante en la recuperación de la fachada marítima de Beiramar, es la ordenación provisional. La entrada en vigor de esa figura urbanística permitirá -según el Concello- despejar la situación de cerca de un tercio del suelo urbano del municipio, que se vio afectado por la anulación del PXOM de 2008 a finales de 2015. Hace unas semanas el Gobierno local insistía en que la ordenación provisional permitirá obrar a cerca de 50.000 propietarios de la ciudad. Uno de los proyectos que espera por la aprobación definitiva de esa herramienta es el de la urbanización de Cordelerías. Fuentes municipales recuerdan que a día de hoy la figura urbanística está en fase de información pública y estiman que se resolverá antes de que acabe 2018, en tres meses.

El proyecto de Jove en la parcela de Cordelerías es clave para la ciudad ya que supondrá la primera gran actuación inmobiliaria privada en el entorno de Beiramar. El solar se encuentra justo al lado del auditorio Mar de Vigo y del hotel adyacente, gestionado desde 2014 por la cadena Eurostars, del veterano grupo turístico Hotusa. De los planes de Jove en la parcela de Cordelerías solo ha trascendido, a priori, que incorporará viviendas y una gran plaza pública que contribuirá a la rehabilitación del entorno.

El proyecto presentado por Frieira 360 desenroca el futuro de un terreno que llevaba años empantanado. En octubre de 2010 la promotora Bouza Alta S.L. solicitó licencia de obra para una promoción de viviendas, garajes y bajos comerciales. Sin embargo Urbanismo rechazó en varias ocasiones los proyectos presentados y exigió cambios hasta que -a principios de 2012- dio luz verde a un diseño que contemplaba 158 domicilios y 274 aparcamientos.

Años después, en 2015, la promotora reajustaba su propuesta para adaptarla a la demanda del mercado. La empresa decidió optar por pisos de menores dimensiones -entre 70 y 110 m2- que poder comercializar a precios más económicos. De 158 pasó a 177 viviendas. La inversión prevista por la compañía se cifraba entonces en cerca de 55 millones.

Iniciativa frustrada

A pesar de esos cambios la promoción no logró salir adelante. En marzo de 2015 trascendía que Bouza Alta renunciaba a su proyecto de 177 viviendas en los terrenos de la antigua nave de Cordelerías. La obra ni siquiera había llegado a iniciarse al exigir Urbanismo a la empresa que realizase una intervención arqueológica previa para concederle la licencia. La Dirección Xeral de Patrimonio había eximido a la firma de realizar sondeos en el área que ocuparía el inmueble, pero mantuvo la cautela arqueológica sobre otra parte de la finca reservada para zona verde.

Además del uso residencial, la ficha urbanística de la zona contempla la creación de una zona verde con una superficie de 1.134 m2 frente al auditorio y la cesión de 735,4 m2 para la apertura de un nuevo vial. La parcela sobre la que se construiría dispone de 3.177 m2 con una edificabilidad máxima de 21.995 m2. De ellos se dedicarán a uso residencial al menos 8.323 m2, mientras que al aprovechamiento comercial y terciario se podrán destinar un espacio máximo de 13.671 m2. La nave de Cordelerías luce hoy abandonada y con sus accesos de la planta baja tapiados.