Una demanda presentada por un profesor de educación física contra la Consellería de Educación ha llevado a un juez de Vigo, el titular del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 1, a plasmar en una sentencia las responsabilidades de los docentes en el caso de que entre sus alumnos haya niños con enfermedades crónicas que puedan derivar en una crisis. El fallo gravita en torno a un escolar de un colegio de educación infantil y primaria de la ciudad olívica que padece diabetes tipo 1. Y lo que establece el magistrado es el deber de todo el profesorado, y por extensión del resto de la comunidad educativa del centro, de participar en el control y supervisión del menor. Algo que incluye desde saber leer los datos del glucómetro que lleva, la necesidad de que se le hagan controles de glucemia después de hacer ejercicio físico o "conocer" los síntomas de una descompensación. También deben saber como administrar el glucagón, medicamento que se inyecta en situaciones de emergencia.

La demanda fue presentada por un profesor de educación física del colegio en el que, en el curso 2015/2016, cursaba 4º de Educación Primaria el menor. La dirección del centro elaboró un protocolo de atención para el niño, pero el docente consideró que ciertas cuestiones no quedaban claras, por lo que, según consta en la sentencia, presentó "reiterados escritos" ante la Inspección Educativa y ante la consellería solicitando un pronunciamiento expreso sobre la "obligatoriedad o voluntariedad" por parte de los docentes en los controles de glucemia precisos para escolares con esta enfermedad y las "responsabilidades" en que pudiera incurrir.

El demandante fue a la vía judicial al entender que las cuestiones que planteó en sus escritos no habían sido "expresamente" resueltas. Pero el juez no comparte esta valoración y desestima su reclamación, imponiéndole las costas procesales hasta un máximo de 300 euros.

Lo que le responde el magistrado es que los deberes de la comunidad educativa, especialmente de los profesores, en relación a un niño con diabetes están en el protocolo autonómico existente y en el que específicamente hizo este colegio en relación con el niño. Y que la "labor de supervisión y control" que compete a cualquier docente en estas situaciones gravita en torno a una idea "básica" de conducta: actuar conforme a los parámetros "de un buen padre de familia", acentuados por la obligación "de socorro y auxilio" que tiene un profesor cuando un menor está en el centro.

El juez, además de advertir sobre las responsabilidades "civiles, disciplinarias o penales" que pudiese conllevar una "inacción" ante una emergencia sanitaria, responde al docente que, en su condición de profesor de educación física, él tiene además "un deber especial de vigilancia" sobre este menor, ya que el riesgo de hipoglicemia es mayor al practicar ejercicio.

En este caso concreto, como marca el protocolo, la dirección del centro, tras la autorización de la familia del niño, elaboró un plan de actuación informando del modo en que el profesorado debía actuar ante los lectura de los datos del glucómetro que el pequeño lleva en su mochila. Según refiere la resolución, esto incluye supervisar los valores -de normalidad, hipoglucemia o hiperglicemia- y la advertencia de que tras el ejercicio físico, siempre debe realizarse un control de glucemia. "También se indica a los profesores el lugar en que se encuentra depositado el glucagón y el deber de conocer su uso", refiere la sentencia.

Ante dudas sobre descompensación de glucosa o si hay una emergencia, el protocolo del centro también estableció que hay que alertar al 061 activando la respuesta del programa Alerta Escolar. El protocolo se entregó a los docentes, que acudieron a una reunión, a la que asistió la madre del niño, para hablar sobre la enfermedad. Además, se formó un equipo de tres docentes voluntarios, para ejercer las funciones de apoyo en el control de la patología.