A una de las víctimas le pareció un "coitadiño", pero la mayoría lo describen como un señor de "buena presencia" que cuidaba su imagen para dar buena apariencia. Y "listo". "Venía arreglado", describen. Parecía un "gentleman", iba "impoluto", agrega otra persona que trató con él. A quien se refieren con esta descripción es a Manuel C.V., un sexagenario que hizo de la estafa su modo de vida. Con más de 30 arrestos y decenas de víctimas a sus espaldas, este hombre natural de O Pino (A Coruña) se especializó en engañar a mujeres mayores acudiendo a sus domicilios y haciéndose pasar por empleado del Catastro o de Hacienda. Les decía que venía a cobrar deudas pendientes, cuantías de entre 150 y 250 euros. Raramente pasaba de ahí. En los últimos años centró su actividad en Vigo, pero en su historial también le constan detenciones en otros lugares, como A Estrada, Ourense, A Coruña o Allariz.

Las causas judiciales se le han ido acumulando. Ahora está encarcelado en A Lama. Mientras un juzgado instructor vigués investiga todavía una causa relativa a las últimas estafas que se le conocen, registradas entre diciembre de 2017 y enero de este mismo año, otra sala, el Juzgado de lo Penal 2 de Vigo, tenía ayer señalado el juicio por otra sucesión de fraudes -nueve- que cometió entre el verano de 2015 y principios de 2016. Pero ya no fue necesario celebrarlo, ya que Manuel C.V. asumió la autoría de los timos. Un acuerdo de conformidad entre la Fiscalía y su abogado defensor dejó la pena en 21 meses y un día de cárcel por un delito continuado de estafa con la concurrencia de la agravante de reincidencia. Fue absuelto de otro ilícito, descubrimiento y revelación de secretos, al retirarse la acusación al renunciar los perjudicados a denunciar por ello. El motivo de este delito del que fue exculpado es que en su poder había cartas de varios afectados. Era su modus operandi, junto a preguntar a otros vecinos, para obtener información de sus víctimas.

Solía escoger a mujeres de avanzada edad, la mayoría de más de 80 años. Muchas personas cayeron en el engaño, pero no todas. Como una viguesa que, cuando el hombre se presentó en su casa, no le dio nada. "Yo sabía que no le debía nada a Hacienda", cuenta, recordando como él les preguntó a ella y a su hermana si tenían "capital". "Incluso nos dijo que estábamos muy cerradas en casa, que si teníamos miedo de si venían cacos", recordaba ayer.

La desconfianza de la hija de otra perjudicada llevó a su arresto. Cuando se presentó en el piso de la señora ésta no tenía dinero; él le dijo que volvería al día siguiente, a las 10.30 horas. Efectivamente regresó, pero en el portal ya se topó con la Policía Nacional, que lo detuvo. Ayer las víctimas ya no tuvieron que declarar. La fiscal salió de la sala para explicarles la pena que se iba a imponer al estafador. "Tiene que pagar por lo que hizo; iba a las puertas de las casas y escogía a las personas más débiles; y se lo hizo a mucha gente", les explicó sobre el proceder del sentenciado.