Dice el refrán que todos los caminos llevan a Roma, pero son los más especiales los que tienen su origen en la capital italiana. Hace cincuenta días salió desde allí una pequeña parte de DisCamino, una asociación liderada por el agente vigués Javier Pitillas y que nació hace casi una década para ayudar a que personas con movilidad reducida pudiesen cumplir su sueño de completar el Camino de Santiago. Y en esta ocasión se han superado. Durante casi dos meses han estado pedaleando para unir ambas ciudades y ayer, con lágrimas en los ojos, lograron entrar en la plaza del Obradoiro. Pese a que numerosos integrantes de la entidad se han sumado en diferentes puntos del recorrido, los 2.700 kilómetros fueron completados por el propio Pitillas e Iván Bragado, un joven de Benavente al que en 2010 le diagnosticaron un schwannoma vestibular que le provocó una sordo-ceguera del lado derecho además de una notable pérdida de equilibrio. Ayer estaba radiante. "Desde que pasamos el cartel de 9 kilómetros antes de entrar en Santiago empecé a llorar. Me vino a la mente lo duros que fueron los meses previos a la salida, buscando patrocinados y entrenando seis días a la semana. Cuando por fin llegamos y vi a mi sobrina solo pude gritar su nombre. Fue un momento mágico", reconoce.

Pese a la emoción final, la peregrinación no fue sencilla, sobre todo en Italia. "Las carreteras allí son malísimas y los conductores unos vándalos", apunta Pitillas, que asegura que en varias ocasiones estuvieron a punto de echarles de la calzada. "Nadie respeta la distancia mínima de seguridad de metro y medio y encima apenas hay arcenes", apostilla. También fue complicado su paso por el Canal du Midi, en Francia, donde el gps les jugó una mala pasada y les obligó a dar un rodeo tras mandarles por un camino de piedras que no tenía salida.

En el último trecho del recorrido, desde León, participaron Álex, Jairo y Xabela, de 8, 16 y 9 años respectivamente y que llenaron de energías al resto del pelotón. Todos definen la experiencia como "única" e "inmejorable" y esperan repetir nuevas rutas en el futuro. Junto a ellos llegaron a Santiago Ana Soage, Juanda Serrano y Borja Gómez, que se unieron en Pamplona. La entrega de sus familiares es uno de los recuerdos más emocionantes que se lleva Pitillas de este largo y duro viaje. "Ver a los hermanos de estos niños es impresionante. Tienen una vida durísima desde muy pequeños y pese a ello les llenan de cariño día a día".

Javier Pitillas y el resto de integrantes y voluntarios de DisCamino son los que posibilitan que numerosas personas con movilidad reducida puedan cumplir su sueño de llegar a la capital gallega. Ellos entregan sus vacaciones, sus días libres e innumerables domingos a cambio de la sonrisa de unos copilotos eternamente agradecidos. "Ver su cara al final de cada etapa o de cada salida que hacemos y comprobar como crecen día a día te hace grande. Parece que somos nosotros los que les damos mucho a ellos pero es totalmente al revés. Disfrutamos tanto o más que ellos", señala el agente vigués.

Todavía con las piernas cansadas y las maletas a medio deshacer, la asociación ya preparada la próxima salida, que será este mismo fin de semana. Dos o tres miembros de Aspace Navarra, una entidad que trata de mejorar la calidad de vida de personas con parálisis cerebral, emprenderán su primer DisCamino a Santiago de Compostela entre el viernes y el domingo.