Todo el mundo asocia el nombre de Vitrasa al transporte urbano vigués. La compañía lleva operando el servicio desde 1968 y este año está celebrando sus bodas de oro. El contrato firmado en 1975, justo cuando inauguraron su actual sede en San Andrés de Comesaña, está a punto de llegar a su fin y el Concello no lo va a renovar. El gobierno local tenía la posibilidad de aplicar dos prórrogas automáticas de cinco años cada una pero anunció en el pleno de marzo (celebrado en abril al coincidir con la Semana Santa) que no las ejecutará y sacará de nuevo el servicio a concurso.

"Queremos mejorar la concesión porque fue redactada de forma poco conveniente para la ciudad", reconocieron entonces fuentes municipales. El nuevo pliego contará con nuevas condiciones que garanticen la modernización del servicio para que no sea tan gravoso para las arcas de Praza do Rei. Los últimos presupuestos incorporaban sendas partidas que ascendían a 12,77 millones de euros.

Días después de conocer la decisión del Concello, Juan Carlos Villarino, director general de Vitrasa, confirmó que la empresa optaría al nuevo contrato. El responsable de la compañía confiaba "en presentar la mejor propuesta y poder ganar", aunque no ofreció detalles de cómo sería.