Están acostumbrados a trabajar bajo la presión de saber que la seguridad de muchas personas está en sus manos. Hace casi una semana lo estuvo literalmente. Uno a uno fueron rescatando, asistiendo, curando o simplemente escuchando a los cientos de heridos que cayeron tras colapsar el hormigón del paseo y a sus familiares, angustiados por la incertidumbre de saber si sus hijos, sobrinos o conocidos podían continuar atrapados bajo los listones de madera, la estructura o incluso el mar. Está en su ADN profesional pero no por eso se le resta mérito. Decenas de efectivos de Policía Local, Protección Civil, Bomberos, Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Portuaria y sanitarios del 061 trabajaron sin descanso para calmar y auxiliar a los afectados. Para ello contaron con la inestimable y altruista ayuda de voluntarios, transeúntes o empresarios de negocios próximos. Estos son solo algunos de los "responsables" que evitaron que la tragedia de As Avenidas fuera mayor:

"En cuanto llegamos y vimos la situación pensé que seguro que habría víctimas mortales". Así relataba este agente de la Policía Local su primera impresión una vez se personó con su unidad en el punto. La confusión y el caos eran protagonistas. "Había gente en pánico total, pero intentas no reparar en ello y solo piensas en ayudar. Nos metimos en el socavón y durante varios minutos no hicimos otra cosa que sacar a chicos", añade. Su preocupación residía en la crecida de la marea. "En el momento del accidente estaba baja, pero a las 4 horas ya llegaba al socavón. Pudo ser una tragedia de verdad", reconoce.

La coordinadora de este servicio no puede evitar reiterar su agradecimiento a todo su equipo y al resto de profesionales, que "cedieron todo su tiempo y cariño" por los heridos. "Nos pusimos a la orden del 061 y nos encargamos de los heridos más leves y trasladados a Fátima", explica González.

Él y sus compañeros se encontraban en la zona de Rosalía de Castro cuando recibieron el primer aviso. "Al principio nos dijeron que un coche se había caído a mar, pero cuando vimos la situación, no podemos definirla de otra forma, era un caos", explica este agente municipal, quien reconoce que la ansiedad de las víctimas y complejidad de la actuación se multiplica al tratarse de gente joven. "No dejaban de preguntar por sus amigos y los padres estaban destrozados, no atendían a razones. Una madre vio cómo su hija cayó al socavón pero no vio que la logramos sacar pronto y la mujer estaba desesperada por poder hablar con ella o saber que estaba bien", narra Alonso.

El sargento en funciones del parque de bomberos de Teis, Carlos Illán, recibió el aviso a medianoche y de inmediato organizó las patrullas que actuarían en Balaídos. "Según iban pasando los minutos nos dábamos cuenta de que la cosa era bastante grave. Desplegamos seis camiones y una unidad estaba formada por buzos que analizaron palmo a palmo 700 metros para ver si había algún herido sumergido", apunta. Además, también emplearon cámaras térmicas para localizar cuerpos entre los escombros. "Por suerte no apareció ninguno", reconoce. Illán celebra que no haya habido víctimas mortales y pone en valor la labor realizada por todos los servicios de emergencia desplegados en la zona. "El personal de O Marisquiño también nos ayudó mucho", señala.

García es la jefa de la unidad de tierra del servicio vigués. Su impresión fue desgarradora una vez se personó en la zona. "Yo estaba convencida de que esto iba a ser una tragedia, que sería muchísimo más grave y por suerte no hay que lamentar víctimas", sostiene esta mujer, quien además cuenta con hijos de edad similar a muchos de los heridos. "Lo vives con mucha más angustia porque podían ser tus hijos", concreta. Además de atender y asistir a muchos de los heridos, también tuvieron que ejercer de psicólogos con muchos familiares. "Se estableció un canal de evacuación para favorecer los traslados, pero los padres no querían abandonar la zona sin saber que sus hijos estaban bien, aunque muchos habían perdido sus teléfonos; son situación complejas de manejar", relata García.

Presidente de la agrupación de voluntarios de Protección Civil, Cristian Fernández reconoce que son muchos los accidentes o sucesos en los que trabaja y para definir lo ocurrido en la madrugada del pasado lunes solo encuentra una palabra: suerte. "Hemos trabajado también el pasado octubre en los incendios que asolaron la ciudad y este caso igual podría decir que era más angustioso por la cantidad de gente joven. Pero se trata de dos escenarios muy diferentes, por un lado en un incendio no sabes si va a ir a más, si alcanzará casas... Aquí aunque veías mucho herido sabías que el daño ya estaba hecho, no se iba a reproducir. Y ya luego cuando ves que la gran mayoría son heridos leves por aplastamiento o como mucho algún hueso roto ya te tranquilizas más", reconoce.

Pablo del Río, inspector jefe de la Policía Local, estaba en la zona junto a otros tres agentes cuando recibió el aviso de lo sucedido en el paseo de As Avenidas. "Vinimos a toda prisa y la primera reacción que tuve al llegar fue la de introducirme en el agujero para intentar sacar a todas las víctimas posibles", señala. Además de destacar la labor de todos los efectivos de seguridad desplazados al siniestro, el inspector pone en valor la actitud de los heridos. "Muchos salían del agua con el susto en el cuerpo y tras comprobar que no tenían heridas volvían a rescatar a otras personas que se encontraban en peores condiciones. Nos ayudaron mucho en los primeros momentos porque no éramos muchos agentes", indica. Su prioridad al llegar al entorno del Náutico fue alejar a las víctimas del muelle. "Daba algo de miedo porque se movía y crujía", reconoce Del Río.

Su actuación, al igual que la del resto de compañeros, se prolongó durante cuatro horas, pero en su cabeza, las imágenes y las sensaciones perduraron días. "Al llegar a la base y colocar todos los útiles y el material no podías dejar de hablar del tema, y no hablemos de dormir. A mí me costó especialmente porque mis hijas habían estado ahí tan solo media hora antes, cuando llegaron a casa nos entró el servicio", reconoce este efectivo de Protección Civil, quien ejerció también de psicólogo con los afectados. "Me encontré con una mujer que tenía a tres de sus hijos en el socavón, pudimos localizar a dos, que fueron traslados a los hospitales, pero no al tercero. Se puso tan nerviosa que era imposible que entrase en razón y que fuera al hospital. Finalmente dimos con el otro joven, pero se vivieron situaciones que ojalá no vuelvan a sucederse", relataba.

A Rafael Moledo, suboficial de bomberos, el suceso le cogió en casa. Sin embargo, la gravedad de los hechos no le hizo dudar a la hora de acudir al Náutico a ayudar a los heridos y compañeros. Él lleva muchos años de servicio y nunca había vivido un accidente de esta magnitud. "Cuando yo llegué ya estaba sobre aviso y sabía a lo que me enfrentaba. Había mucha gente tirada en el suelo y lo primero que piensas es que habrá víctimas en estado muy grave o incluso algún fallecido. Por fortuna ni lo uno ni lo otro", comenta. Uno de los peores momentos en As Avenidas llegó con la desesperación de los allí presentes. "No paraban de preguntarnos por familiares o amigos desaparecidos. En ese aspecto fue muy importante la colaboración de los técnicos de iluminación y megafonía del propio festival", comenta Moledo.

Para este joven, fue la sensación de desesperación de los padres y familiares y amigos de los heridos o "desaparecidos" lo que más costaba controlar. "Veías a la gente llorando, preguntando por sus amigos, no dejaban de pedir ayuda desesperados y tu no podías darle una respuesta porque al momento te encontrabas con un joven con un rascazo o con una herida fea al que tenías que atender", explica.

No compartió servicio con sus compañeros pero fue uno de los que estuvo más cerca de los heridos. Y es que se encontraba ingresado cuando se produjeron los hechos. "Estás preocupado igual, yo no dejaba de hablar y apoyar con mis compañeros por WhatsApp".

El agente Ángel Casal tuvo que correr bastante para poder llegar hasta el paseo derrumbado. "Nos avisaron de un accidente en el Náutico y nos bajamos del coche en A Laxe. Nos hicimos todo el recorrido corriendo para llegar cuanto antes", apunta. Lo primero que se encontró fue un "enorme caos" y trató de auxiliar a los heridos que ya estaban fuera del agujero. Con ellos a salvo se introdujo entre las tablas para socorrer a más personas. "Sabías que era un escenario peligroso pero en esos instantes no te lo piensas", señala.

Junto al resto de sus compañeros, realizó cerca de una decena de traslados al hospital de Fátima.

El joven también aplaudió, como el resto de efectivos de Protección Civil, la "buena coordinación" entre todos los efectivos. "Facilitó mucho la asistencia es un escenario caótico; habría más de un millar de personas llorando y corriendo".