El nombre de Guillermo Vázquez Consuegra recobró actualidad en los últimos días a raíz del hundimiento del último tramo del muelle de As Avenidas. El arquitecto que diseñó el proyecto de "Abrir Vigo al Mar" en 1992 y lo vio completado a mediados de 1997 siempre se ha mostrado muy crítico por la falta de entendimiento entre las administraciones implicadas en la reforma y cuya consecuencia directa ha sido una endémica ausencia de mantenimiento. El Premio Nacional de Arquitectura sigue desde las proximidades de Aveiro los avances en la investigación y, a la espera de conclusiones oficiales, valora como "una temeridad" que se hubiera autorizado "una carga tan excepcional sobre una estructura de hormigón sin revisar". No señala responsabilidades porque entiende que todo debe figurar en los convenios. Pero sí insiste en que los muelles son estructuras "vulnerables" y requieren "una atención constante" que aquí no hubo.

-Once años después de completar la actuación en As Avenidas denunció públicamente su mal estado. ¿Ha vuelto a la ciudad o a tener contacto con los responsables?

-Al principio fui varias veces para ver el estado de la zona, pero hace mucho que ya no. Me sigue resultando doloroso. Ahora me pongo al día por las fotos que me mandan mis amigos y que demuestran que la falta de mantenimiento de todo ese territorio no se ha corregido. Es una lástima. Fue una intervención muy ambiciosa que acabó completamente abandonada. Lo denuncié durante años, pero acabé agotado y en la última década no ha habido ningún contacto.

-¿Entraba la zona siniestrada el lunes dentro del ámbito de actuación de su proyecto?

-"Abrir Vigo al Mar" era una operación a gran escala urbana para eliminar las barreras portuarias y acercar la ciudad al mar. El tramo de paseo hundido se corresponde con un pantalán ya existente que en el momento de la reforma utilizaban como aparcamiento los dueños de las embarcaciones de recreo y que teníamos el mandato de incorporar a los espacios ganados para la ciudad. Pero evidentemente era una estructura ya existente a la que colocamos una tarima de madera encima para integrarlo paisajísticamente con el resto del espacio.

-Cabe esperar que en 1997 sí se comprobara que estuviera en buen estado la estructura de abajo.

-Hace veinte años estaba en condiciones y estoy convencido de que el estudio de las cargas que podía soportar el paseo se realizó correctamente. Pero aquello era 1996 o 1997 y han pasado dos décadas. Todo el que trabaje con estructuras conoce que el hormigón en zonas muy expuestas a elementos climáticos como el borde marítimo requiere una atención continuada. Las de hormigón no son estructuras eternas, y al lado del mar son muy vulnerables porque se fisuran, entra el aire, el hierro se dilata y empieza la corrosión. Es evidente que eso debería estar sometido a inspecciones periódicas.

-¿Constaba en los proyectos como zona portuaria o de confluencia con la ciudad?

-Era un pantalán de uso portuario, pero habrá que analizar lo que digan los convenios en cada caso sobre a quién corresponde el mantenimiento tanto de la superficie como de las estructuras de apoyo. Me llama profundamente la atención la temeridad de no haber hecho inspecciones antes de autorizar una carga tan excepcional. En condiciones normales una estructura de este tipo igual hubiera aguantado 100 años, pero si le metes un peso tan grande sin comprobar los pilares, puede suceder algo.

-¿Cómo fue su experiencia trabajando en una zona con tantas administraciones implicadas?

-Francamente mala. Es tierra de nadie y de todos. Durante catorce años sufrí los enfrentamientos y las confrontaciones partidistas en la ejecución y se hicieron más plausibles una vez acabada la obra porque nadie asumía su reparación.

-¿Afectó en algo al proyecto?

-Los espacios donde coinciden muchos dueños son los peor atendidos. Ocurre siempre así. En el caso de Vigo esta confrontación hizo que proyectos como la reforma de la Estación Marítima para acoger un museo de la ría o la propuesta de construir un acuario, que llegaron a redactarse, quedaran en nada porque cambiaba el responsable en una de las administraciones o ya no coincidían los partidos políticos. Hubo mejoras que se quedaron atrás por este tipo de enfrentamientos y fue una lástima para la ciudad.

-¿Llegó a dar por finalizado en algún momento el proyecto "Abrir Vigo al Mar"?

-Es difícil decirlo porque estaba pensado para abrir a la ciudad unos 2 kilómetros de costa y se fue desvirtuando y empequeñeciendo. Creo que los responsables públicos de Vigo nunca llegaron a entender su profundidad. Critiqué muchos errores, como el cambio sin avisarme de la plaza de O Berbés, que se permitieran pasar camiones de gran tonelaje por el paseo de As Avenidas que iba a ser peatonal, el mal estado del edificio situado frente al Náutico o la parcelación de la Praza da Estrela y la privatización de la terraza superior. Pero lo más grave fue el abandono total de todo este inmenso espacio por parte de los implicados.

-Ahora se habla de revisar todo el paseo. ¿Colaboraría en la obra si lo llamaran?

-Es duro porque fue un proyecto muy importante en mi carrera al que dediqué muchos años. Creo que volvería por responsabilidad para tratar de devolver el esplendor a esa zona que Vigo se merece.