En determinadas épocas del año sobrevuelan las Islas Atlánticas algunos invitados sorpresa que sobre todo los inexpertos suelen confundir con una variedad más de la inmensa colonia de gaviotas que anida en estos archipiélagos cuando en realidad poco o nada tienen que ver. Basta con observarlos de cerca para detectar las diferencias, solo que tenerlos al alcance de la vista no es ni siquiera normal en un paraje con tanto encanto natural como Cíes. Esto ocurre con el alcatraz atlántico o "mascato" en gallego, un ave que ya se sabía de sus paradas en el archipiélago vigués en su migración hacia el sur pero hasta ayer nunca había posado para las cámaras.

Aquí reside lo extraordinario de la captura del Sula bassana lograda por miembros del equipo de "Hippoparques", el proyecto coordinado por el científico del Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC de Bouzas, Miguel Planas, que busca identificar y caracterizar las poblaciones y hábitats de caballitos de mar y otros singnátidos en Cíes. A la salida de la primera inmersión específica de recogida de muestras en el islote de Viños, desde la zódiac de Buceo Islas Cíes patroneada por Iñaki, los biólogos observaron al mascato inmóvil sobre unas rocas del lateral orientado hacia Rodas. Desde el principio supieron que aquella estampa era extraordinaria, aunque su asombro fue en aumento a medida que iban acercándose y el animal continuaba sin inmutarse.

Un comportamiento demasiado raro en un pájaro poco dado a la vida contemplativa y solitaria. Ganó fama televisiva por espectaculares secuencias donde miles de ejemplares se zambullen a velocidades de hasta 100 km/h emergiendo de mar abierto con el pico a rebosar de pescado. Esas alas que desplegadas alcanzan los dos metros lo convierten en un excelente buceador a la vez que permite al mascato abordar travesías intercontinentales en sus migraciones hacia el sur. El Golfo de Guinea es una de las metas que persiguen procedentes de las islas británicas, la zona más cercana a Galicia donde anidan colonias de hasta 35.000 ejemplares. Pero lo habitual es que los alcatraces sobrevuelen el archipiélago vigués más hacia finales del verano, y en mayor número, ya entrado el otoño.

Malherido

Nada encajaba hasta que el biólogo Manuel E. Garci tuvo a unos metros de su objetivo al mascato de Viños. Tras ver en el visor una mancha de sangre en un ala concluyó que sería la causa de su antinatural inmovilismo. Al igual que el veterinario del Parque Nacional, Vicente Piorno, quien tras confirmar la imagen como la primera de un alcatraz parado en Cíes, ofreció la siguiente interpretación: "Como no es época de cría, lo de anidar aquí está descartado, por lo que la única posibilidad es lo que indica la mancha de sangre, que el animal haya parado porque está herido".

Partiendo de esta hipótesis podrían agregarse otras muchas en cuanto a las circunstancias que dejaron incapaz al alcatraz. "Estos animales ejercen una fuerza tremenda en esas zambullidas que hacen a gran velocidad desde mucha altura, y quizá fuera en una de estas cuando se fracturó el ala", apunta Piorno. Si sufriera la herida en otra parte de esa masa corporal que apenas suma los tres kilos de peso puede que el mascato adulto saliera adelante. En cambio, al afectar a una extremidad vital de la que depende su alimentación, el veterinario vaticina un triste final. "Tiene difícil remedio", predice, a lo que añade la complejidad de un hipotético rescate para intentar curarlo, "porque no se dejaría coger". La timidez constituye uno de los rasgos distintivos del carácter del Sula bassana. Por recelar del hombre y de las tierras que habita prefiere las islas o los acantilados más inhóspitos. Así que tal vez el alcatraz fotografiado eligiera Cíes consciente de su final.