El alcalde Abel Caballero aprecia una intencionalidad política tras las últimas decisiones de la Xunta que les denegaba la tramitación urbanística por la vía de urgencia de los proyectos de los nuevos accesos al colegio Párroco don Camilo, las pistas de atletismo de Balaídos y el nuevo pabellón de Matamá. "Es un ataque feroz contra el desarrollo de la ciudad sin precedentes", denunció.

El regidor mostró su estupor por que la Xunta se oponga a la aplicación de la ley 3/2016 de medidas en materia de proyectos urgentes o de excepcional interés, "una norma hecha para Vigo" . A su juicio, las negativas de la Xunta carecen de base jurídica. Sobre la urgencia o el interés público de las actuaciones municipales paralizadas, les conminó a explicar a los ciudadanos que se podrían beneficiar de las mismas por qué "no son urgentes".

El alcalde aprecia, en el fondo, una estrategia del Gobierno de Alberto Núñez Feijóo para bloquear la marcha de la ciudad. "No nos deja aprobar la ordenación provisional, y yo pregunto en qué parte de la ley de acompañamiento a los Presupuestos de la Xunta, que regula este mecanismo, figura que para su aprobación antes tiene que estar contratada la redacción del nuevo Plan Xeral".

A juicio de Caballero, las decisiones de la Xunta forman parte de "la desesperación del PP", porque son conscientes de que en Vigo, en las próximas elecciones municipales, "van a empeorar" sus resultados [en la actualidad tienen siete concejales]. "No les va a votar nadie", aseguró tajante el regidor, quien vaticinó "un desmoronamiento" mayor de los populares.

En respuesta a las críticas del alcalde, el delegado de la Xunta en Vigo, Ignacio López Chaves, explicó que la Administración autonómica no va a ser "cómplice de las irregularidades" de Caballero en materia de urbanismo. El Gobierno gallego, según su representante en la ciudad, "actúa de acuerdo con la ley, con los informes jurídicos y con el dictamen del Consello Consultivo". Para López Chaves, las declaraciones del regidor son "una cortina de humo para tapar su fracaso y dejadez en el urbanismo vigués durante doce años y dejan al aire sus vergüenzas".