Cuando al marido de Norma le comunicaron que no podían hacer más por él en el Cunqueiro, fue "durísimo". Le dijeron que no le podían dar más tiempo de vida, pero sí calidad de vida. "Eso es la unidad de cuidados paliativos a domicilio", destacan su mujer, Norma Beatriz Pérez, y su hija, Gabriela Martínez.

Cuentan que tenerlo en casa, en vez de en el hospital, en la recta final "fue fundamental". "La cabeza no para, no puedes dormir y ¿dónde vas a estar mejor que en casa?". Pero aseguran que ambas aseguran que no habrían podido hacerlo sin ellas. En los seis meses en los que lo cuidaron, se enfrentaron a las fiebres tumorales, los dolores, las heridas por el tiempo encamado... Con una llamada de teléfono tenían el respaldo de la médico y la enfermera de la unidad de paliativos a domicilio. "Prueba con esto', 'Dale tal cosa'... Son tratamientos específicos y ellas tienen 25 años de experiencia", destacan . "Si cada vez que teníamos una crisis tuviéramos que ir a urgencias y pasarnos allí cuatro horas, habría sido una locura", opinan y añaden: "Sin ellas habríamos estado perdidas". También les facilitaron todos esos trámites que hay que añadir a los fallecimientos en domicilios.

Pero subrayan que no solo les ayudó con eso. "Fueron una inyección de vida, te apuntalaban", agradece Norma, que destaca la "gran calidad humana de ambas profesionales". "Venían a ver qué tal estaba y le dedicaban tiempo a hablar", recuerda y compara: "El médico de familia está demasiado ocupado para eso". "Ellas le sacaron de la cama, mi marido decía que les estaba inmensamente agradecido". "Fueron parte de la familia y nunca tendré pago suficiente por todo lo que nos dieron", subraya Norma, que aún recibe las llamadas de la unidad para interesarse por cómo está, dos años después. Su hija mira hacia el futuro y se pregunta qué pasará si vuelven a necesitar de su ayuda en la familia: "No me cabe en la cabeza que la cierren".