Precisamente la ausencia de vientos del norte es lo que está impidiendo la disolución de esa marea roja que desde finales del pasado mes invade todos los rincones de las rías de Vigo y Pontevedra. Para disgusto del sector mejillonero, ya que entre esta mancha anaranjada nadan esas toxinas culpables del actual cierre a la extracción de un buen número de polígonos de bateas.

Desde que -como avanzó FARO- los científicos alertaron de la llegada de la mancha de Alexandrium minutum a la playa de Samil el 28 de junio, esta afloración algal masiva, tóxica para los moluscos pero nociva para el baño, ha continuado extendiéndose hasta el punto de que esta semana penetró en las dársenas del puerto pesquero de O Berbés. "Aunque no es un factor determinante, la marea roja se comporta influenciada por las elevadas temperaturas", precisa el responsable del Observatorio Oceanográfico de Toralla, José González.

Como los investigadores de la Estación de Ciencias Marinas de la Universidad radicada en esta isla, muchos otros que trabajan en el CSIC de Bouzas o en el IEO de Cabo Estai llevan semanas realizando un detallado seguimiento de esta marea roja. Y no es la primera vez que se produce este fenómeno, pero algunos expertos han llamado la atención sobre su extraordinario colorido, más intenso y anaranjado de lo habitual. Según la investigadora del centro vigués del Instituto Español de Oceanografía, Rosa Figueroa, al menos provocada por la citada alga, los últimos registros de una marea roja de estas características datan del año 84 en las rías de Ares y Betanzos.