Los gallegos bautizamos cada punto de nuestra geografía, sea en tierra o en el mar, grande o pequeño, accesible u oculto... y además con mucha retranca. En la ría de Vigo existen nombres de lo más peculiares, incluso escatológicos, que suscitan tantas risas como curiosidad por su origen y significado. Pero como reza el dicho popular: las cosas no siempre son lo que parecen.

La familia de los "carallos" es la más abundante en nuestra ría. Así tenemos "A Pedra dos Caralletes", "Os Carallóns" y hasta "Os Cullóns". Esta denominación de significado tan evidente describe en realidad las crestas rocosas que se yerguen sobre la superficie del mar. Tal y como explica el profesor Gerardo Sacau, el mayor estudioso de la toponimia de la comarca viguesa, la raíz de origen preindoeuropeo "car-/carr-" señala afloramientos de piedra o alude a la dureza del terreno. De ahí que la mayoría de las rocas acabadas en punta en la costa compartan la misma sílaba inicial. Y la retranca mora en la indiscutible referencia fálica.

Así, aunque la versión más extendida sobre el origen de "A Pedra dos Caralletes" de Vilaboa es la referencia a una variedad de navaja, Sacau esclarece que realmente describe unas puntiagudas rocas que fueron sepultadas al construir el actual espigón. El topónimo permanece, pero se ha perdido la realidad que le daba nombre.

Igual significado tienen "Os Carallóns" de Nigrán, unos bajos rocosos que forman una cadena con las islas Serralleiras, frente a Monteferro. Entre ellos incluso hay un "Altar do Carallón" que describe un saliente apuntado de mayor tamaño que los circundantes. Pese a su simpático nombre, son muy peligrosos para los navegantes ya que las mareas los ocultan.

Parientes de estos "carallos" son "Os cullóns", cuatro pequeños islotes de Saiáns, en Vigo. Se sitúan entre las puntas de Fortiñón y Priegue, a dos millas de tierra firme y se extienden por una superficie de unos 300 metros. Su disposición en línea y sus formas redondeadas han llevado a los lugareños a bautizarlos con un nombre tan descriptivo como simpático.

También en Vigo, frente al faro del monte de A Guía, nos encontramos con islote de nombre peculiar: "O Cabrón". Se trata un peñasco de considerable volumen al que la pleamar hace parecer inofensivo. Sin embargo, entraña peligro para la navegación por su tamaño. Aunque es muy difícil de concretar, el topónimo procedería de su carácter imprevisible, ya que según la marea puede parecer más o menos molesto. En su momento fue un importante punto de marisqueo pero hoy en día es habitual verlo poblado de cormoranes y gaviotas.

En una línea más escatológica topamos con el islote de "O Cagado" en la costa de Oia. Se trata de un saliente al que los marineros y gente de la zona llamaron así debido a la cantidad excrementos de aves marinas que acumula. Y la playa de "Fedorento", en A Guarda, cuya explicación más probable deriva del hedor que desprenden las algas marinas cuando entran en estado de putrefacción sobre la orilla. Más amable es la playa de "Area Fofa", en Nigrán, términos que describen la calidad poco consistente de la arena en la que se hunden los pies.

Otras playas con topónimos peculiares son "Pincho/Tombo do Gato" (más conocida como "La Fuente") y "Cocho das Dornas", en Vigo. En el primero, las palabras "pincho" y "tombo" aluden a un túmulo, una elevación en el terreno justo sobre la orilla del mar. Mientras que "cocho" implica un lugar abrigado con forma de concha; nada que ver con el cerdo en el que muchos piensan. "Cocho das Dornas" se refiere por lo tanto a un lugar de refugio para las dornas, un tipo de embarcación tradicional gallega. Este aspecto redondeado está detrás del topónimo del arenal y de la ensenada de "O Cocho", en Moaña.

Por último, en Cangas encontramos la playa y el muelle de "A Congorza". Su parecido nos lleva a pensar en cogorza como sinónimo de borrachera. Pero de nuevo, las cosas no son lo que parecen, y en realidad haría referencia a los adjetivos "discreto" y "estrecho", posiblemente al tratarse de una pequeña cala.