La Xunta impuso a Vigo una sanción de 21.250 euros por la supuesta comisión de tres infracciones graves y una leve en materia de abastecimiento de agua en los controles del laboratorio municipal. Tras anunciarse la multa, el regidor Abel Caballero replicó que el agua fue "siempre potable, en cada segundo de cada minuto, de cada hora, de cada día, de cada semana y de cada mes, de los últimos 10 años".

El delegado territorial de la Xunta en la ciudad, Ignacio López-Chaves, alertó ayer de que "en los últimos años se ha detectado un reiterado incumplimiento por el Ayuntamiento de la normativa sobre agua para consumo humano".

López-Chaves relató que el 9 de enero dos inspectores de la Xunta comprobaron que el laboratorio municipal no está "ni certificado ni acreditado", que las muestras que se tomaron en los grifos "no eran representativas de todo Vigo", y hallaron "numerosas analíticas de agua no apta para el consumo" en muestras de 2016 y 2017 en las zonas de Canido, Areal, Cabral, Beiramar, A Salgueira, Saiáns y el edificio municipal.

"Eran casos de agua no potable, y no se siguieron los protocolos que exige la normativa cuando se detecta agua no apta para el consumo", censuró.

A juicio del delegado d ela Xunta esto "supuso exponer a los vecinos a situación de riesgo para la salud", por lo que la Administración expedientó al Concello por tres infracciones graves y una leve, contra el que cabe recurso de alzada.

Caballero, por su parte, defendió la calidad del agua de la ciudad y atribuyó el comportamiento de la Xunta a su "pretensión de la Xunta de devaluar el agua de esta ciudad", una estrategia, que, en sus palabras, "fracasó estrepitosamente". Por ello, tuvo que "desistir, al darse cuenta de que el agua de Vigo es una calidad óptima".