En la A-55, en la AP-9 y en la N-550. Salir o entrar en Vigo por carretera sin toparse con una cabina de radar resulta prácticamente imposible. A lo largo de los años la Dirección General de Tráfico ha tejido una tupida malla de cinemómetros para garantizar que los conductores que circulan por las principales vías de acceso a la ciudad no se pasen al pisar el acelerador.

Solo en la autovía A-55 se distribuye media docena de radares fijos repartidos entre Porriño -el primero está a la altura del Campo Municipal de O Lourambal- y la entrada a Vigo. Otros dos vigilan a quienes se pasan con la velocidad en el acceso de la AP-9. Su número aumentará, ya que Tráfico tiene decidida la nueva "puntada" para fortalecer esa densa malla de radares en la comarca: un dispositivo de tramo que se instalará en los túneles de Candeán y A Madroa, en la AP-9. Vigo ostentará así el dudoso honor de acoger el primer sistema de este tipo de la provincia y el segundo de la Autopista del Atlántico. El otro se estrenó a finales de 2011 en el túnel de O Sartego, en Fene.

Por las carreteras de titularidad provincial, autonómica y estatal de Pontevedra se reparten 46 radares de diferente tipo: 16 fijos y 30 móviles. Según los datos oficiales del Ministerio de Fomento esos tres tipos de viales suman en la provincia casi 3.500 kilómetros, lo que supone que habría 1,32 cinemómetros cada cien kilómetros. Con esa proporción Pontevedra se cuela en el "Top 20" de las provincias de España con mayor presión por parte de Tráfico y la más supervisada de la comunidad autónoma.

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La provincia alcanza esa marca en gran medida por el elevado número de cabinas repartidas por la A-55 a su paso entre Vigo y Porriño, autovía de alta siniestralidad y una peculiaridad: muchos de sus tramos están limitados a 60km/h.

La proporción de A Coruña, con 55 radares y 4.400 kilómetros de viales es de 1,25; la de Ourense (44 cinemómetros en casi 3.400 km) asciende a 1,29 y Lugo (52 dispositivos repartidos en 6.400 km) se desmarca con menos de un radar por cada centenar de kilómetros.

A esa presión ejercida por Tráfico se suma la de los propios ayuntamientos en sus viales. En Vigo, por ejemplo, hay varios radares permanentes en el túnel de Beiramar. La Policía Local se encarga además de localizar a conductores que exceden la velocidad permitida con controles móviles por la ciudad.