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Salustiano Mato: "Nunca oculté que soy del BNG pero la política no está en mi agenda"

"La Universidad es solvente y tiene prestigio en España, Europa y por el mundo adelante. Esto es un capital y un valor al que hay que sacarle todo el partido"

Salustiano Mato, ayer, en la plaza Miralles del campus. // R. Grobas

Mato se despide del Rectorado en una semana confiando en que su sucesor mantenga la solvencia económica de la institución y el proyecto del Campus del Mar, que considera clave para la economía gallega. Respecto a su futuro, estudia propuestas de instituciones como asesor en innovación y, aunque dice que la política no está en su agenda, escucharía solo al BNG.

-Deja el cargo en una semana y suena como candidato del BNG. La portavoz nacional, Ana Pontón, acudió a su concierto de despedida del martes. ¿Cuál será su futuro?

-Mi futuro es mi cátedra de Zoología. Conseguí, porque me presenté a concurso, un año sabático y tendré tiempo de actualizarme en mi línea de investigación, la biotecnología ambiental. Al mismo tiempo, estoy valorando propuestas de colaboración con instituciones públicas y privadas como experto en gestión de la innovación y gobernanza. Seguiré trabajando como asesor de la CRUE, me han planteado lo mismo desde la Crusoe y también he recibido propuestas del CSIC a nivel estatal y del Gobierno vasco, incluso de empresas. Por ahora no he aceptado propuestas que me obliguen a dejar de ser profesor, pero algunas podrían dar lugar a eso. Por mi vocación de servicio público, me gusta colaborar en iniciativas que tengan un efecto social. La política nunca ha estado en mi agenda, pero nunca he ocultado que soy del BNG y es la única plataforma ideológica desde la que podría hacer algo. Cualquier gobierno o institución me tiene a su disposición en el campo profesional, pero en el político si soy del Celta no me cambio al Madrid.

-¿Le han pedido algo ya?, ¿aceptaría ser candidato a la Alcaldía?

-No. Solo hubo una expresión de deseos espontánea en una asamblea y sé que a Ana Pontón le gusta mucho mi modelo. Pero nunca me he peleado con nadie para ser nada. Si la asamblea lo decide de forma unánime y me lo plantean pues tendré que hablar con ellos, pero hay mucha gente válida y también es interesante que sea una mujer. Al partido en el que milito no le puedo decir que no de un golpe, pero cualquier cosa que me pidan tendría que compaginarla con mi vida profesional. Y ante un reto hay que tener claro que todo el mundo rema en la misma dirección.

-Al menos a su rival ya lo conoce bien.

-(Risas) Es una persona muy querida, pero no se trata de rivales, sino de modelos, de decidir de qué manera puedes ayudar a la ciudadanía. Hay que buscar discursos más frescos y dinámicos en este sentido.

-Se despidió con un concierto dedicado a Códax. ¿Incluye la presencia del Vindel en Galicia entre los mayores logros de su mandato?

-Con el concierto queríamos mostrar el agradecimiento de todo el equipo de gobierno a la ciudadanía viguesa y a todas las instituciones y agentes sociales y económicos que han apoyado a la Universidad. Nuestra obligación es trabajar por el país en el que vivimos y si podemos hacer cultura en mayúsculas que nos haga sentir mas orgullosos de lo que somos mejor que mejor. Ya desde el punto de vista universitario, los logros tienen que ver con cómo estaba esta institución, los peligros que corría y su situación ahora.

-En su toma de posesión de 2014 se comprometió a dejarle a su sucesor una universidad solvente y bien posicionada en el mundo. ¿Lo ha conseguido?

-A los hechos me remito. La Universidad es solvente, tiene toda la energía y las estructuras necesarias para seguir siéndolo. Y hemos dejado todo listo para que el próximo gobierno planifique con tranquilidad. Pero la leira hay que seguir arándola. Y evidentemente está más posicionada en el mundo. Independientemente de los vaivenes en los rankings, que en el caso de Shanghái se debió a que los nuevos criterios perjudicaron a las universidades más jóvenes y pequeñas. Pero lo más importante es el prestigio que Vigo tiene en España, en Europa y por el mundo adelante. Esto es un capital y un valor al que hay que sacarle todo el partido.

-Vigo fue capaz de proyectarse al exterior en el peor momento económico de su historia.

-Fue una de las cuestiones que más asombró fuera. Dentro de nuestra comunidad intentamos minimizar el impacto de la crisis pero hubo problemas, sobre todo, por las medidas legislativas que nos impusieron. Aún así las diferencias son enormes frente a otras universidades. La memoria es frágil pero en 2010 estábamos amenazados de cierre y teníamos un déficit tremendo por los recortes públicos. Y después de todos estos años conseguimos convencer a Galicia y al resto de España de que nuestro sistema era eficiente. La pérdida de población y los desequilibrios territoriales siguen existiendo pero dejo la Universidad con un 100% de ocupación y en Ourense, del 101,5%. Se puede luchar con un modelo de universidad especializado. Claro que son importantes los problemas internos pero lo primero son nuestras funciones y ser un agente de desarrollo regional. Se lo debemos a la sociedad porque para eso se nos paga con los impuestos.

-Hace unos días presentaba la última pieza de esa especialización, el Vigo Tecnológico.

-Lo presentamos como algo real, ya con resultados. Y lo importante es que los campus trabajen entre ellos de forma multidisciplinar para enfrentarse a mayores desafíos. Me preocupé de crear estas máquinas para que quien ahora tome el relevo sepa darles gas y sigan produciendo.

-Esta estrategia arrancó con el Campus del Mar, cuya sede en la ETEA por fin es una realidad tras años de negociaciones y enfrentamientos entre administraciones. ¿Qué le parece que el próximo rector no esté de acuerdo con los usos desarrollados junto a Zona Franca?

-Es el reto y el principal legado que puedo dejar. Tuvo un recorrido exitoso estos 8 años y es una posibilidad enorme de futuro. Es el elemento que puede facilitar el principal salto cualitativo a nivel económico y social de esta ciudad en los próximos años. La Ciudad del Mar y la sede del Campus del Mar en la ETEA implican un movimiento de alto nivel muy complejo e importante para el futuro de toda Galicia. Pero hay que verlo desde una posición estratégica, no detenerse en cuestiones de pequeña trascendencia. La Universidad ha funcionado como argamasa de todas las instituciones y organismos que intervienen ahí: IEO, CSIC, Xunta, Puerto, Concello, empresas... Y todas estaban muy cómodas, pero evidentemente es un proyecto que la ciudad no puede perder y si la Universidad no lo lidera alguien tendrá que hacerlo. Estamos hablando de una macroestrategia para la economía gallega.

-A día de hoy, ¿ve en peligro todo este potencial?

-No, espero que no. Estamos haciendo un tránsito de equipos y estaré a disposición del rector para lo que precise. Pondré todo mi apoyo e interés en que comprendan su importancia y le saquen el máximo partido.

-El director del Campus del Mar, Emilio Fernández, se presentó a las elecciones con una lista que Reigosa tildó de continuista. ¿Fueron los resultados un castigo a su gestión?

-No, porque yo no me presenté y desafortunadamente las dos plataformas que lo hicieron no cuestionaron el modelo que hemos defendido desde hace 20 años. De hecho, yo no tuve oposición. El mismo Pachi [Reigosa] votaba a favor de nuestros presupuestos. Lo que vi en campaña como espectador es que se discutió sobre cómo arreglar los problemas del día a día: la tasa de reposición, las pagas extra, la burocracia... Y la gente votó a quien le dio más garantías de arreglarlos. Espero que el modelo no esté en duda, pero los hechos lo dirán. Es cierto que la persona más ligada a mí de los dos equipos era Emilio y que tenía mi permiso para poner en valor el legado, pero su grupo definió otra estrategia. Fue una sorpresa para Pachi.

-¿Debió Fernández defender más su gestión como rector?

-Él veía que el modelo no era un elemento de confrontación porque solo se discutía que podíamos haber obviado las leyes. Nadie en claustros ni consellos de goberno fue capaz de sostener esto, pero es una expresión de deseos que cala en el sentimiento de las personas.

-El nuevo gobierno promete un cambio de talante frente a la falta de diálogo de su equipo.

-Lo entendí en clave electoral. Tengo muchos defectos pero no ése. La voluntad de este equipo fue la de escuchar y trabajar para todo el mundo.

-Las primeras medidas comprometidas por Reigosa son el pago de las extra y la reducción de horarios, ¿pueden afrontarlo las arcas universitarias?

-Bueno tendrá que negociarlo con Facenda. Y si los vientos son más apacibles y tienen suerte puede que les dejen aumentar la masa salarial y el capítulo 1, que ya está a tope. Pero hasta ahora no fue posible. Ni nos dejaba Facenda ni los jueces lo reconocieron como un derecho. Y aún así somos de las pocas universidades españolas que aumentó el gasto en personal un 15% y en el tema de las horas fuimos de las que más dinero dedicamos a la reducción. Había 2 o 3 docentes con 320 horas.

-¿Pueden poner en peligro a la Universidad estas promesas?

-Sí, si se incurre en déficit. Lo que tienen que hacer son números y leer bien los presupuestos. Ya estamos muy al límite de la masa salarial autorizada, por tanto, deberán esperar al siguiente plan de financiación autonómico o negociar con Facenda.

-Reigosa asegura que no utilizará el despacho de la sede de O Berbés, con la que no está de acuerdo.

-La sede institucional en la ciudad no es un despacho del rector, sino tener presencia para dar servicio a los ciudadanos. Si llegamos a Vigo estaremos cumpliendo más y mejor nuestro compromiso social. Y de paso hacemos una labor importante de reactivar un entorno problemático. La actividad que habíamos previsto lo revolucionaría absolutamente. Lo que me llama la atención es que nunca se cuestionó esto, tampoco el Campus del Mar. Y en campaña se utilizó el mensaje del ladrillo, que es de la época de Docampo, cuando en estos 8 años no hicimos ninguna obra que no fuera a través de fondos finalistas de la Xunta o europeos. Creo que tienen que interiorizar todo esto. El mismo Pachi dijo en la prensa que no esperaba ganar.

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