Su empresa, Bluscus Turismo Marinero, pasó por el vivero del CIFP Manuel Antonio en 2014 y tras seis meses de desarrollo, trabajo y planificación abandonó sus instalaciones y proyectó su negocio al público. Los resultados no podrían haber sido mejores. "La experiencia de emprender es buena, el balance de estos años es positivo, cada vez hay mejor reacción del público", señala Pablo Mariño, quien asegura que contar con un vivero en los primeros pasos de Bluscus ha sido "fundamental".

"Nosotros ya teníamos una idea pero necesitábamos un sitio en el que reunirnos. Nos vino muy bien para tener un espacio físico y también hacer equipo. Fue de gran ayuda, luego ya nos buscamos un local en otro emplazamiento. Pero como primer impulso, para arrancar o para plantear nuestra estrategia comercial fue fundamental", explica Mariño, quien en su caso no es exalumno de FP pero sí lo es otro miembro de la empresa.