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El Cable Inglés comienza a transformar Vigo

Se cumplen 145 años de la puesta en servicio de las comunicaciones directas entre la ciudad e Inglaterra

Trabajadores del Cable Ingles a inicios del siglo pasado. // J.R. Cabanelas

Fue un acontecimiento histórico y que revolucionó la ciudad. A lo largo de muchas décadas, el Cable Inglés se convirtió en una referencia vital. La integración de sus trabajadores en la sociedad viguesa fue un elemento clave, tal como relata José Ramón Cabanelas, un estudioso de todo lo referente a esta iniciativa de comunicación. Vigo se transformó y adquirió con el paso del tiempo numerosos aspectos que se pueden considerar como claves.

La Eastern Telegraph Company desarrollaba un proyecto a nivel mundial. Estableció su base en la localidad inglesa de Porthcurno. Desde allí tenía como objetivo comunicarse de manera rápida y eficaz con las colonias inglesas. Uno de los desafíos era llegar a Gibraltar. Para ello, construyó un proyecto que pasaba por Vigo. Las buenas condiciones de la Ría la convertían en un lugar ideal para desarrollar su actividad. El Minia fue el buque encargado de realizar el tendido del cable, operación que duró varios meses.

Una vez inaugurado el servicio, se establecieron nuevas rutas. Pocos años después se amplió hasta Camiña, Portugal, y hasta Cacabelos. También existía una terminal en el lazareto de San Simón. Las comunicaciones comenzaron a fluir y muy pronto se comprobó la importancia de las mismas. Tanto que los empresarios locales lo utilizaban de forma frecuente para realizar sus operaciones. Ello contribuyó durante muchos años a que aumentaran sus ventas, sobre todo las dedicadas a la exportación.

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Vigo estaba marcado con letras gruesas en el ámbito internacional. Durante muchos años fue la única ciudad española que disponía de este servicio. Para poder realizarlo se amarraron los cables en una playa cerca de la casa de baños La Iniciadora. Desde allí había una extensión a la que hoy en día es la calle Real. Las oficinas de la compañía se instalaron en la calle del Príncipe, aunque después pasarían al edificio Bárcena.

Las modernas comunicaciones también traerían a la ciudad otras importantes novedades. La compañía inglesa envió a varios trabajadores para que se hicieran cargo de la gestión de la estación. Pero al mismo tiempo, les inculcó la necesidad de relacionarse con la población local. Por lo tanto, no resulta extraño que muchos de ellos formaran una familia en Vigo. Incluso después de regresar a Inglaterra, varios de ellos no dudaron en volver cuando ya estaban jubilados.

La empresa ordenó que se instalará un gran reloj en la fachada de su sede. En aquella época no había otro en la ciudad, por lo que se convirtió en una referencia. Fue otro detalle significativo. Los trabajadores ingleses disponían de canchas de tenis, un amplio espacio en la falda del monte del Castro para desarrollar diversas actividades deportivas, e incluso jugaban al hockey, al rugby y al fútbol en un campo donde ahora se encuentra la plaza de Compostela.

El Cable Inglés cambió parte de las costumbres de los vigueses, que vivieron numerosos episodios históricos. Por ejemplo, cuando el servicio fue clausurado durante la guerra mundial y también requisado en la guerra civil. Sin embargo, siguió funcionando hasta el año 1969, cuando sus máquinas dejaron de operar. Durante todo su tiempo en Vigo, el Cable Inglés fue una referencia. Tanto que incluso se le han dedicado libros y también un espacio en la actual Estación Marítima, donde se recuperaron sus famosos silos. Es otra muestra de agradecimiento a una empresa que dejó una profunda huella en la ciudad.

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