El invierno demográfico es en Vigo menos frío que en otras latitudes de España o incluso Galicia, pero sus vientos se dejan sentir también en la ciudad. El desplome de la natalidad, el envejecimiento de la población, la caída del flujo de inmigrantes y el retorno a sus países de origen de vecinos extranjeros son factores que dejan huella en el censo olívico. El padrón municipal que acaba de elaborar el Concello, con datos a 1 de enero de 2018, reflejan una pérdida de población. Si en 2017 los técnicos cifraban en 298.355 el número de vecinos censados en la urbe, a principios de año ese dato había bajado medio punto hasta situarse en 296.767. Tras remontar ligeramente el ejercicio anterior, Vigo se aleja un poco más de la marca psicológica de los 300.000 habitantes que llegó a acariciar en 2012. Es más, hay que remontarse a 2006 para dar con un valor más bajo.

El leve "pinchazo" demográfico se explica por varias razones. Una de ellas, la inmigración. A lo largo de 2017 Vigo perdió 1.800 inmigrantes, lo que supone una caída de más del 11%. Ese retroceso de vecinos nacidos fuera de España se debe al notable desplome de portugueses: en apenas un año en Vigo pasaron de estar censados 3.200 lusos a poco más de 2.000. O lo que es lo mismo, su número cayó un 36% probablemente por el retorno de familias nacidas al otro lado del río Miño a su país, que disfruta de un repunte económico.

Otras nacionalidades que han descendido de forma destacada su presencia en Vigo son la alemana (-25,1%), francesa (-33,9%), italiana (-21,9%) y rumana (-24%). Tras años ganando peso este último colectivo perdió en 2017 más de 8 integrantes cada semana. En el polo opuesto, entre las que crecen, destacan los venezolanos. En la ciudad hoy están empadronados 280 personas más nacidas en ese país que a inicios del año pasado. A finales de 2017 FARO ya se hacía eco de que la grave crisis social, económica y política estaba llevando a buen número de venezolanos a abandonar su país rumbo a Europa. Durante el mandato de Nicolás Maduro la llegada de personas nacidas en el país sudamericano a Galicia se cuadriplicó. Se incrementó también la presencia de colombianos (+12,6%) y chinos (+6,4%). En total la población inmigrante supone el 5% del padrón.

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La otra gran explicación del retroceso del censo es la caída de la natalidad y el saldo vegetativo negativo. De los nueve distritos en los que se divide la ciudad, solo gana ligeramente habitantes el que conforman Alcabre, Comesaña, Coruxo, Oia y Saiáns. Por parroquias, ganan residentes Alcabre, Bembrive, Comesaña, Valadares y Navia, que roza los 6.100 habitantes. El Casco Vello y el centro urbano suman 21.130 personas, con lo que se mantiene su población en niveles similares a los del año pasado. En Teis el descenso fue del 1,4% y en el distrito que forman Lavadores, Calvario y Candeán roza el 1%.

Si hay una zona que destaca en el mapa demográfico de la ciudad es el polígono residencial de Navia, el conocido como PAU. Según el padrón municipal acoge a casi 9.400 vecinos, cerca de 300 más que en 2017 y un 26,6% por encima de hace apenas un lustro.

Peor evolución muestran Coia y Bouzas. El primer barrio ronda los 29.100 vecinos, una cifra similar a la de los últimos años, si bien tras sufrir una ligera caída con respecto a 2017. Algo similar ocurrió con la villa boucense, que en enero contabilizaba unos 5.700 residentes, 200 menos que el año anterior.

La pirámide población da una imagen clara también de la salud demográfica de Vigo. A principios de año en la ciudad había 14.000 niños menores de 5 años, el 5% de las personas censadas en el municipio. Si se amplía el abanico hasta los 30 años, el segmento de población alcanza el 28%. Quieres superan la edad de jubilación representan casi el 21% del conjunto de los vecinos de Vigo. Otro dato destacado es que en la urbe viven 15.600 mujeres más que hombres.