Un estudio realizado con novedosas técnicas de muestreo y análisis genético constata que la Ría de Vigo es un "santuario" para la cría de cefalópodos, especialmente las aguas del archipiélago de Cíes. La tesis realizada por Lorena Olmos Pérez en el Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC identifica por primera vez la presencia de paralarvas de 12 especies, así como su dieta y la influencia de las condiciones oceanográficas. Una información clave para determinar la riqueza de la bahía y ayudar a la "gestión integral" de los recursos.

"Las paralarvas tienen el tamaño de un granito de arroz y a simple vista es imposible determinar a qué especie pertenecen porque son muy parecidas. Para poder identificarlas usamos los análisis genéticos conocidos como barcoding o código de barras, y también morfométricos. Y después las diseccionamos para conocer el contenido de los estómagos y establecer su dieta con técnicas de secuenciación masiva", explica Olmos, cuyo trabajo doctoral, el segundo defendido en el IIM, obtuvo sobresaliente cum laude y mención internacional.

Tres años de muestreos en cuatro transectos próximos a Cíes mediante redes multimanga y otro más de arduos análisis en Bouzas revelaron una imagen mucho más detallada de las poblaciones de la Ría -hasta ahora las paralarvas se calificaban en solo cuatro familias- y una biodiversidad hasta ahora ignorada.

"Se creía, por ejemplo, que la mayoría de paralarvas de calamar eran de chipirón ( Loligo vulgaris), porque es la especie mayoritaria de desembarcos pesqueros, sin embargo, es mayor la presencia de dos especies de puntilla, Alloteuthis media y Alloteuthis subulata. Este conocimiento es clave para poder conocer el ciclo biológico completo y también para gestionar los recursos. Si hay paralarvas de puntilla pero lo que más se pesca es el chipirón puede deberse a que este último se cría en otra zona", explica.

El estudio también revela la existencia de siete especies de sepiolas, cuando se pensaba que solo una habitaba en las augas de la Ría, además de una de pulpo ( Octopus vulgaris) y otra de pota ( Todaropsis eblanae). Y en el caso de la Sepiola pfefferi es la primera vez que se certifica su presencia en Vigo.

"Son importantes descubrimientos desde el punto de vista de la biodiversidad. Significa que muchos cefalópodos vienen a la Ría a hacer sus puestas y que en sus aguas viven muchas especies durante sus primeras etapas de vida lo que demuestra que es una zona a conservar para que siga siendo un santuario. Sobre todo, en el caso de Cíes", defiende Olmos, cuyo estudio estuvo dirigido por Ángel González y Álvaro Roura, del grupo Ecobiomar.

Sus resultados sobre la alimentación de las paralarvas resultan además de gran interés para alcanzar algún día la cría en cautividad del pulpo y el calamar: "Uno de los mayores problemas para lograrlo es la dieta y estos estudios ayudan a determinar la más adecuada".

En este sentido, sus investigaciones revelaron que el menú diario del pulpo y la puntilla, las dos especies de mayor abundancia en la Ría de Vigo, incluye más especies que los cangrejos decápodos como se sostenía hasta el momento.

Olmos también descubrió cambios en la alimentación a medida que las paralarvas crecen y en diferentes condiciones oceanográficas. Además, tres especies de calamar y el pulpo varían su posición en la columna del agua para alimentarse o protegerse de depredadores.

La oceanógrafa, de origen leonés, se desplazó a Vigo para realizar su doctorado dentro del Campus del Mar tras titularse en Ciencias del Mar y Ciencias Ambientales en Cádiz. Debido a la falta de oportunidades para continuar su carrera, Lorena Olmos trabaja actualmente como comercial de una empresa de telefonía móvil: "Es muy triste que no puedas seguir dedicándote a la investigación en este país después de que el Estado haya invertido en tu formación".