"Marzo marceador, un día malo, otro peor". El refranero da en el clavo. Después de un 2017 que parecía empeñado en dinamitar la sabiduría popular, con un abril en el que apenas cayó una gota de agua, temperaturas de más de 30 grados en pleno octubre o un otoño e invierno en los que el paraguas acumuló polvo, 2018 parece, al fin, reconciliarse con los dichos populares sobre la meteorología.

El marzo que acaba de terminar cumplió con creces con su fama de mes pasado por agua. Según los datos de Meteogalicia, la estación situada en el centro de Vigo recogió entre los días 1 y 31 de marzo más de 281 litros por metro cuadrado (l/m2). El dato llama la atención por dos razones. Primero, porque revela que es el más lluvioso desde al menos 2007, primer año documentado. Segundo, por sus generosas precipitaciones. Esos casi 300 l/m2 superan a los 278 que sumó la misma estación de Meteogalicia a lo largo de toda la primavera y el verano de 2017. Solo en marzo del año pasado el observatorio autonómico anotó 104,7 l/m2, lo que significa que en esta ocasión casi se triplicó la cantidad de agua recogida durante el mismo período de hace 12 meses. Otras primaveras más secas, como la de 2015, el volumen de precipitaciones fue incluso menor. Ese año en marzo Meteogalicia contabilizó apenas 53 l/m2 y en 2012 ni siquiera llegó a 21.

El carácter lluvioso de marzo no solo se notó en las tablas de Meteogalicia. Los hoteles también sintieron sus efectos, y mucho. Las borrascas que encadenó durante semanas Galicia restaron atractivo a las Rías Baixas como destino turístico para la Semana Santa. Días antes de los festivos de Pascua desde la Asociación de Hoteles de Vigo (Ahosvi) ya advertían de que el ritmo de reservas estaba siendo más bajo de lo habitual y que las expectativas no eran halagüeñas. Su esperanza entonces era que el parte meteorológico mejorase a medida que se acercaba el Jueves y Viernes Santo. No fue así y de hecho esos días festivos fueron los más pasados por agua de la semana. El mal tiempo obligó incluso a cancelar varias procesiones y el jueves Meteogalicia llegó a lanzar una alerta amarilla para el litoral gallego, nivel de aviso que pasó a naranja la jornada siguiente.

Haz click para ampliar el gráfico

El mes arrancó con las lluvias e intensas rachas de viento que generó el temporal Félix, al que siguió poco después otro bautizado como Gisele. Sus intensas precipitaciones alejaron un poco más el miedo a la sequía que se vivió a finales de 2017, cuando la escasez de lluvias hizo que las ocupaciones de las presas de Eiras y Zamáns descendiesen hasta niveles históricos. La primera llegó a estar a solo el 37,1% de su capacidad y la segunda se desplomó al 34,4%.

Cuatro meses después de ese período de sequía, el último informe de Augas muestra que ambos pantanos están al 100%. La previsión es que las lluvias se mantengan al menos durante el arranque de esta semana.