Compartió con la gente a la que ahora dedica su tiempo la dura experiencia de vivir en la calle. Rosario Pérez supo levantarse con mucho tesón y anima a otros a seguir sus pasos.

-¿Cómo recibió la noticia?

-Son cosas que no te esperas para nada, pero siempre se agradece que reconozcan tu trabajo. La verdad me emociona bastante. Yo nací en Arbo, pero me siento viguesa de corazón.

-Colabora muy activamente con el albergue y personas sin recursos; este altruismo ha tenido su reconocimiento.

-Más que por mi trabajo actual, creo que miraron más por todo lo pasado. Yo me uní al grupo IMAN porque era paciente de Cedro, empecé a hacer muchos cursos de convivencia, cuidado de mayores, contra las drogas? Al final llevé un piso de forma voluntaria con enfermos de sida, algunos salían adelante, otros no; luego trabajamos mucho por pedir el albergue y cuando lo logramos estuve como auxiliar.

-Toda su vida la dedicó a trabajar por y para los demás.

-Para mí trabajar con la gente de la calle me llena mucho, me llaman mamá porque estamos entre iguales, yo pasé por esa situación. Tengo una empatía con ellos y sé perfectamente lo que es vivir en la calle.

-Haber pasado por esa situación genera una gran empatía.

-Claro, es que ellos no me ven como una trabajadora, cuando tienen un problema vienen a verme, me dan abrazos, hablamos y me siento muy querida por ellos. Llevo casi 20 años trabajando con personas que atraviesan momentos complicados.

-Pasan por momentos muy duros, ¿hubo alguno que le afectase particularmente?

-Muchos, desgraciadamente muchos. Una compañera me decía hace poco "Charo, parece mentira que aún no tengas callo", pero es que es imposible, es como si les pasara algo a mis familiares. Pero también hay partes buenas, un día llegué al albergue me cogieron entre todos, me llevaron arriba y me cantaron el cumpleaños feliz. Y luego gente que al fin logró encontrar trabajo y salir de la pobreza.

-Es la minoría, ¿no?

-Sí, son muy pocas, pero por suerte se consigue. Cuando estás en la calle parece que te viene todo mal, que cuanto más quieres salir, peor. Por ello lograrlo es un triunfo. Hay algunos que se adaptan; se dan por vencidos y por eso hay que tirar mucho de ellos. Siempre les rompo la cabeza a todos para que busquen trabajo, que salgan?, verse otra vez en el día a día o con una rutina te levanta mucho la moral.

-¿Hay suficiente amparo por parte de los gobernantes en la ciudad?

-Nunca hay suficiente, pero en Vigo se está mejorando. A veces nos joroba que no lleguen camas para todos en el albergue y que se queden en la calle.