Por amor, por conflictos y, sobre todo, por trabajo. Esas son las principales razones por las que las personas deciden emigrar a otros países. No es de extrañar, por tanto, que con la crisis económica la población extranjera en la ciudad se haya reducido hasta un 27% en cinco años, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), de enero de 2017. Han pasado de ser casi 6 de cada cien a poco más de 4 -un punto más que el conjunto de Galicia-. Hay cuatro distritos de los nueve existentes que siempre han estado por encima de la media de la ciudad: el del Casco vello y el centro; el que abarca el barrio de Casablanca y el entorno de la calle Venezuela; el de Beiramar y As Travesas; y el de Teis.

La presencia de extranjeros en la ciudad se quintuplicó desde inicios de siglo hasta 2009, cuando tocó techo, con algo más de 17.000 empadronados. Resistió durante los primeros años de la recesión y se desplomó a partir de 2012. Los últimos datos del INE reflejan que se han marchado 4.559 en el último lustro.

La zona de Casablanca y calle Venezuela -distrito 2- es la que concentra mayor número de empadronados de otras nacionalidades -2.362- y también donde más peso tienen sobre el total. Son el 7,2% de los residentes. Es el distrito en el que hay más residentes procedentes de América.

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De las casi 250 secciones del censo en las que se divide la ciudad, los extranjeros solo representan más del 10% de la población en diez. Seis de este top ten están en este distrito 2. Lidera esta lista la zona comprendida entre la calle Venezuela y Paraguay y la Gran Vía y Vázquez Varela. Triplica la media viguesa, con casi 14 extranjeros por cada 100 empadronados. Dos tercios son americanos, principalmente, colombianos.

El distrito 1, que engloba el Casco vello y la zona centro, se sitúa en segunda posición, con un 6,1% de habitantes de otras nacionalidades. Este fue uno de los que más padeció la fuga de extranjeros, con un tercio menos que hace un lustro -de 1.874 a 1.264-, cuando representaban casi una décima parte. Así, perdió el liderato que ostentaba en multiculturalidad frente al de Casablanca.

En el Casco Vello, la población extranjera se distribuye por continentes casi en la misma proporción que en el conjunto de la ciudad: el 45% son americanos; el 38% son europeos -3 puntos más-; el 11% son africanos; y el 3,6% -dos menos- son asiáticos.

La zona de Poboadores es la cuarta sección del censo más multicultural -con un 12,5% de foráneos-. La del Berbés, A Pedra y entorno de la Concatedral está en el noveno puesto -con un 10%-.

En el distrito de Beiramar y la zona de As Travesas, los extranjeros también superan la media viguesa. Son el 5,2% de la población. Es en el que más asiáticos hay censados. Algo más de una cuarta parte de los 683 empadronados. Más de dos tercios -125- proceden de China.

Teis es el cuarto y último distrito con una diversidad de nacionalidades superior a la media viguesa. El 5% de su población es inmigrante. Entre ellos, los africanos tienen casi el doble de peso que en el resto de la ciudad. Si representan el 11,6% de los extranjeros en Vigo, aquí son el 22%. Están censados 302 y la gran mayoría -188- son senegaleses. De hecho, con una pequeña mezquita en un garaje de las inmediaciones de la calle Santa Tegra, es la zona de la ciudad donde están más presentes. Sidi Sall, de la Asociación para la Integración y Desarrollo del Africano (AIDA), cuenta que llaman a Teis "el Dakar vigués".

La cifra de africanos empadronados se ha mantenido bastante estable, en torno a los 1.400 ciudadanos. El 39% son senegaleses, la sexta nacionalidad con mayor presencia en la ciudad (550). El trabajo en el mar y el comercio es lo que atrajo a este colectivo a la ciudad y en Teis encontraron zonas baratas en las que instalarse, según cuenta Sall.

Teis también tiene una sección censal en el pódium de las más interraciales. Una zona más rural, por encima del cementerio. El 13% de los residentes censados son de fuera. Más de la mitad, de Portugal y Rumanía. En el Plan Comunitario de Teis sospechan que puede deberse a que los alquileres en este área, son más económicos. Se suma que muchos extranjeros "se afincan en sitios donde tienen una red de apoyo tanto familiar como comunitaria, que facilite la integración". Desde este servicio se la ofrecen. Les ayudan con la alfabetización y algunos acompañamientos y participan como iguales en el resto de programas para toda la sociedad.

La portuguesa es, tras la española, la nacionalidad más presente en Vigo -son el 13,6% de los inmigrantes-, pero se percibe menos. Le sigue la rumana -el 9%-. La cifra de europeos foráneos, en general, cayó en un 29% -2.400 menos- en un lustro y la tendencia sigue a la baja. Hoy representan algo más de un tercio de los extranjeros -un 35%-.

Una quinta parte de ellos han optado por el Calvario para instalarse. Este distrito, que también engloba a Lavadores y Candeán, está por debajo de la media viguesa en multiculturalidad y, aún así, introduce una de sus secciones censales entre las diez con más porcentaje de extranjeros. Se trata del entorno del mercado -un 10,85-. Otra de las zonas preferidas por los europeos es Beiramar y el entorno de la plaza de la Independencia.

Los que frenaron su caída el año pasado fueron los americanos. Después de que un tercio de ellos se marcharan en un breve plazo de cuatro años, en 2017 repuntaron en 169 los empadronados, hasta 5.574. Son un 45% de los extranjeros y los colectivos mayores son los de venezolanos y colombianos.

La hostelería (barrio de Casablanca y calle Venezuela)

"Cuando llegamos había pocos restaurantes internacionales y hoy es un pequeño Miami"

En el distrito de Casablanca y el entorno de la calle Venezuela, el más multicultural de la ciudad, hay cada vez más restaurantes de comida internacional. Uno de los primeros en abrir fue el Isola Bella, en la calle Ecuador, hace 21 años. Es el ejemplo perfecto de mezcla de nacionalidades. Su propietaria, Daisy Ham, es una china americana nacida en Honduras. Conoció a su marido, un gallego, en Miami. Él trabajaba allí en un restaurante italiano y ella, en uno japonés. Esas fueron las dos especialidades que fusionaron cuando decidieron montar su propio establecimiento en Vigo. A esa base, Ham le añadió los consejos de cocina china de su familia y adaptó los platos al paladar español. Así, en su carta te puedes encontrar un uzuzukuri -una especie de carpaccio de pescado- pero con aceite de oliva en vez de salsa nipona unas gambas rebozadas según la receta de su madre, pero al jerez. Sin olvidarnos de las pizzas. Para completar la fusión, la plantilla la completan dos dominicanos.

Ham recuerda que cuando llegaron, casi no había restaurantes asiáticos y pocos internacionales. "Hoy veo de todo, es como un pequeño Miami".

Otros de los veteranos del barrio son los mexicanos del Chilam Balam. Instalaron el primero de sus locales en Padre Don Rúa hace 15 años. Alejandro Durán, encargado, recuerda que por sus cocinas han pasado brasileños, dominicanos, colombianos, venezolanos, rusos, españoles... "Una ONU": Entienden la comida como una forma de difundir la cultura maya.

La asociaciones (Casa das Mulleres)

"Nos unimos para potenciar nuestra voz y difundir nuestras riquezas culturales"

El movimiento asociativo es otro de los lugares de encuentro de las distintas nacionalidades. El colectivo AIDA de integración del africano, el de mejicanas en Galicia o el de madres latinas, entre otros, mantienen el vínculo a través de la Casa das Mulleres y de la Pastoral Diocesana de las Migraciones. "Nos unimos para potenciar nuestra voz y difundir nuestras riquezas culturales", destaca su subdelegada, Luisi Motta.

En la Casa das Mulleres organizan clases de canto, pilates o danza. El chileno Juan Cid les enseña "baile entretenido" y herramientas de expresión corporal y su clase se llena tanto de gallegas como de latinas.

También fomentan y comparten su cultura a través de charlas, foros o exposiciones. Como la de fotografía que ha organizado AIDA. Esta asociación, fundada hace dos décadas por el guineano Bogart Camara y un grupo de españoles, no solo integra a africanos, también a afroiberoamericanos como la brasileña Paloma Oliver.

Sus fiestas tradicionales son algo importante para todos ellos. La Asociación de Mejicanas en Galicia celebró el Día de Muertos con gran éxito de público de todas las nacionalidades. Crearán un grupo de baile folclórico y su presidenta, Julia Acevedo, anima a todos los que les interese la cultura mexicana a participar.

La Pastoral trata de buscarles espacios para estas actividades y fomenta su participación en las parroquias, por ejemplo, con un coro en Santa Rita. También participarán con un paso en la Semana Santa.

Los centros educativos (CEIP Ramón y Cajal)

"Los niños no son conscientes de diferencias de razas ni colores"

En cuestiones de integración, los niños dan lecciones a los mayores. Las aulas de varios centros educativos de la ciudad son un perfecto ejemplo de interculturalidad, donde las nacionalidades no solo conviven, sino que se relacionan desde la igualdad y el respeto. Entre otras cosas, porque "ellos no son conscientes de esas diferencias, ni de razas ni de colores". Así lo subraya Magda Miguéns, directora de uno de los colegios más multiculturales de la ciudad, el CEIP Ramón y Cajal, "Picacho".

Un mapa del mundo da la bienvenida al centro. "No hay nada que nos represente mejor, es nuestra riqueza", destacan. De los 15 alumnos de la clase de la jefa de estudios, Chus Mouriño, solo 4 nacieron en España. Han llegado a tener una veintena de nacionalidades.

Y cuando el idioma falla, "una sonrisa le llega a cualquiera". Recuerdan a uno palestino, que no sabía hablar castellano y el primer día ya se hizo con la atención de todos en el patio explicando un juego con señas.

Quieren desterrar la idea de que estos casos retrasan el aprendizaje del resto. "Los demás siguen su ritmo", defienden. Sí reclaman un profesor de Pedagogía Terapéutica y otro de Logopedia a tiempo completo

"Los niños no pueden tener una experiencia mejor", defiende la presidenta del ANPA, Vanessa Oria, que destaca que no solo aprenden idiomas y culturas, sino que también son más conscientes de las realidades, a veces más duras, que viven en otros países. Integran a las familias en la asociación con un trato cercano y precios asequibles en las actividades.

Las artes (centro cívico de Teis)

"Los 'griots' somos los encargados de transmitir la música y el baile senegalés"

Los griot, en la cultura senegalesa, son personas muy respetadas encargadas de difundir el legado de ritmos, músicas, danzas, canciones transmitido de generación en generación. Como juglares o trovadores. En el Centro Cívico del barrio de Teis, el "Dakar vigués", da clases uno: Alseyni Kamara.

Con el Ballet Jammu, que dirige su tío, recorrieron los más grandes festivales folclóricos de la península ibérica. En una de estas paradas, cerca de la localidad lusa de Viana, conoció a Vanessa Rodríguez, de O Rosal. Por ella se instaló en Baixo Miño en 2012.

Juntos han creado el grupo Mbolo Mooye Doolé, que en woolof significa "la unión hace la fuerza". En ella tienen espacio la cultura senegalesa y la gallega. Ofrecen espectáculos tradicionales africanos o talleres de danza africana, pero también otros en los que fusionan ambos mundos. Este invierno están girando por los colegios enseñando a los niños, por ejemplo, las similitudes y diferencias de ambos lenguajes musicales y sus instrumentos. "Difundimos el conocimiento de la multiculturalidad", destaca Vanessa.

Cuenta de Alseiny que, como griot, "lleva la cultura en la sangre". Para él la música es, sobre todo, "ritmo y tiempos". No solo domina los de Senegal, sino todos los de la costa oeste africana. El pasado fin de semana, en el marco del Festival Nun Local, el grupo derrochó energía y calor en el Casco Vello.