Las iglesias construidas en Vigo a lo largo del siglo XX constituyen un "relato coral" a través del que se puede recorrer la arquitectura desarrollada en la ciudad en cada etapa de su historia y rescatar figuras desconocidas, en muchos casos, a pesar de su abundante obra. Este viaje al pasado por los templos y centros parroquiales también permite conocer las tendencias de la arquitectura española e internacional, así como las corrientes más innovadoras de las diferentes épocas, que si bien tuvieron "un reflejo un tanto tardío" fueron aplicadas en algunos casos de manera precursora en el ámbito religioso.

Marta Vilas es la autora de una ardua y novedosa investigación que aúna arquitectura parroquial, desarrollo urbano y estructura territorial para recuperar este relato de la ciudad. "A partir de los años 50, la arquitectura en general de Vigo es poco conocida y valorada. Y la religiosa es un ejemplo más. Pero a través de ella es posible hacer un barrido completo por todo el siglo XX. Hay muy pocos estudios publicados, más allá de los de Garrido e Iglesias Veiga o cosas más puntuales, por eso mi intención también es exponer ciertas pautas para que otros sigan investigando. Los archivos están sin revisar. Es una pena que perdamos la memoria de estas obras y de quienes las hicieron", expresa.

El estudio de Vilas constituye su tesis doctoral, que estuvo dirigida por Esteban Fernández Cobián y recibió un sobresaliente cum laude tras su defensa en la Universidad de A Coruña. A lo largo de sus cinco años de trabajo buceó en los archivos del COAG, su fuente principal, pero también en los de la diócesis de Tui-Vigo y en los de los arquitectos protagonistas o sus familias, además de entrevistar a personas que participaron en los procesos de construcción.

Su travesía por la treintena de templos y centro parroquiales erigidos a lo largo del siglo pasado revela también cómo las intensas transformaciones sociales, políticas y económicas cambiaron el papel de la religión. "Antes del Concilio Vaticano II, una iglesia representaba lo sagrado, lo sobrenatural, y se oficiaba de espaldas. De ahí se pasa a un espacio de celebración colectiva. Hay un enorme cambio y la arquitectura responde a estas nuevas necesidades. Y en muchos casos lo hace innovando y poniendo en práctica los discursos más avanzados. La Iglesia respaldó enormemente el arte moderno, sobre todo, desde las altas jerarquías", destaca.

La investigación de Marta Vilas, que tiene previsto transformar en un libro de carácter más divulgativo, arranca con la explicación de la estructura de la parroquia, una entidad meramente eclesiástica que acabó transformándose en unidad básica de articulación territorial en Galicia. Y los siguientes capítulos, divididos en diferentes épocas, abordan el desarrollo urbanístico y religioso de la ciudad, así como el contexto arquitectónico -global, nacional, gallego y vigués- para entrar en detalle en las obras religiosas de la ciudad y sus autores.

La primera etapa analizada, desde 1900 a 1959, corresponde con una época en la que Vigo todavía depende de la diócesis de Tui. La ciudad empieza a crecer "a ritmo vertiginoso" y la arquitectura se desarrolla entre el eclecticismo, un tardío regionalismo tintado de elementos clasicistas e historicistas, sobre todo, en lo religioso, y las influencias modernas internacionales.

Durante las primeras décadas se construye un único templo, la iglesia de María Auxiliadora (1923), del madrileño Joaquín Saldaña y López y en clave historicista e influencias neogóticas. Vilas destaca la importancia de Antonio Palacios en la arquitectura religiosa de sus coetáneos y sucesores a pesar de que él solo logró construir parcialmente uno de sus proyectos.

Su amigo y admirador, Antonio Cominges Tapias, acometió desde finales de los años 20 hasta la década de los 60 la mayoría de proyectos religiosos en la ciudad, que se caracterizaron por su arquitectura regionalista con elementos decorativos y compositivos barrocos para revestir los edificios. Dos de ellos corresponden con nuevas parroquias creadas en ese momento -Nosa Señora de Fátima (1951) e Inmaculado Corazón de María (1953)- y otros tres adquirirán este estatus en 1970 -San Francisco Xavier, Nosa Señora do Carme y Nosa Señora da Soidade-.

Vilas explica cómo Cominges, aunque continuador de la obra regionalista de Gómez Román, fue depurando el lenguaje en su larga carrera, avanzando la que sería la arquitectura moderna en piedra de la siguiente generación. Finaliza esta etapa con el Seminario Mayor (1957) del madrileño José María de la Vega Samper, cuya obra fue dirigida por el propio Cominges.

El siguiente capítulo histórico, de 1959 a 1969, aborda los primeros años de la diócesis Tui-Vigo. La arquitectura olívica comienza a ser "plenamente moderna" y la mayor parte de los profesionales que trabajan en la ciudad elaboran algún proyecto religioso. A la generación de transición representada por Antón Román Conde y Arturo Fraga Ramil le sigue otra nueva y totalmente moderna integrada por Xosé Bar Boo, Fernando Araújo Rodríguez, Francisco Yáñez Ulloa, Tomás Pérez-Lorente y Desiderio Pernas.

El Concilio Vaticano II renovó la concepción de los espacios litúrgicos y, al no existir directrices fijadas por la diócesis, cada arquitecto tuvo oportunidad de "experimentar libremente". Los edificios religiosos "abandonaron totalmente la factura historicista" y la piedra dejó de ser el principal material utilizado.

Fernando Araújo proyectó en 1960 San Xosé Obreiro e Santa Rita, la primera iglesia moderna de Vigo, según recogían las crónicas de FARO de la época, y cuya "rotunda imagen inicial" fue "amortiguándose" con la construcción de otros edificios en la zona.

Bar Boo, la figura más destacada de este grupo, es el autor del templo "más reconocido", Nosa Señora das Neves, en Teis. No es su único proyecto religioso y destaca por concebir, a partir de la figura geométrica del triángulo, "un espacio singular, proporcionado y exquisito en los detalles como es característico en su obra".

Román Conde, responsable de la reforma y ampliación de Balaídos (69) y de varios edificios de la ETEA, diseñó la regionalista capilla de O Bao (51) antes de acometer A Inmaculada Concepción (68) y San Paio de Navia (69), ambas con estructuras laminares y modernas concepciones del espacio litúrgico.

Los proyectos de esta década finalizan con el templo de Santa Clara, de Desiderio Pernas, aunque el arquitecto siguió proyectando durante la siguiente etapa -de 1969 a 1975- por lo que aparece incluido en este capítulo, el del posconcilio y la nueva realidad urbana, junto con el otro arquitecto destacado en el ámbito religioso, Francisco Coello de Portugal.

Durante esta época, se construyen o modifican siete centros parroquiales. Pernas realizó cinco de ellos, el primero, la iglesia de Santa Clara, en los que se perciben sus influencias americanas y escandinavas, así como un "amplio conocimiento" de la arquitectura religiosa española del momento. Y Coello, el arquitecto más prolífico de todo el país en arquitectura religiosa durante el pasado siglo, erigió en Coia el Santísimo Cristo da Victoria, obra cierre de esta etapa.

La tesis de Marta Vilas finaliza con un capítulo titulado "La labor pendiente". En la década de los 80 solamente se inició un proyecto religioso y no se reactivaron hasta principios de los 90. Pero la capacidad de colocarse a la vanguardia de los autores precedentes y el impulso de la Iglesia a proyectos innovadores se diluyen.

Aún así, el estudio destaca la experimentación que supone la construcción de centros parroquiales en bajos de edificios como el Sagrado Corazón de Xesús de Gabriel Santos Zas o María Nai do Bo Pastor de Jaime Garrido.

A la vista de este recorrido histórico, Vilas concluye su tesis mostrando "optimismo" ante el posible resurgir de la arquitectura religiosa como "campo de experimentación", aunque también lamenta el estado de conservación de algunos proyectos originales. "San Paio y la Inmaculada se modificaron y hoy son menos espectaculares que en su época. Pero es interesante visitar hoy estos templos. Toda revalorización de nuestro patrimonio moderno es poca".