La foto de la derecha muestra los obstáculos con los que se encuentran a diario los conductores que pasan por el peor "punto negro" del país. Límites de velocidad impropios de una autovía, señales tapadas, anuncios luminosos apagados, radares excesivamente sensibles y líneas amarillas y blancas pegadas sobre la calzada que dificultan la correcta colocación de los vehículos. La situación no es puntual, sino que los conductores la llevan sufriendo desde 2015, cuando arrancaron las obras anunciadas por Fomento.

El ministerio, que contrató la reforma en la A-55 para mejorar la seguridad por un valor de 5,98 millones, planteó un plazo de ejecución de 19 meses que finalizó en junio de 2017. Desde Madrid insisten en que el proyecto sigue en marcha y la nueva fecha que maneja el departamento de Íñigo de la Serna para terminar la actuación es septiembre de este año. Hasta entonces, los más de 63.000 turismos diarios que cubren el trayecto tendrán que seguir enfrentándose a unas medidas que dificultan seriamente su circulación.